1.-
La
rivalidad por la abundancia os mantiene ocupados, 2.-
hasta
que visitáis los cementerios.
“La
rivalidad por la abundancia os mantiene ocupados”.
Es decir, vuestro afán por amasar dinero y riqueza os distrae y os
hace olvidar la obediencia a Allah
(SWT),
hasta que morís y sois enterrados en las tumbas.
Dijo
Qatâda:
“El orgullo por la Tribu
y el Clan
familiar”. Dijeron Muqâtil,
Qatâda
y otros: “La Aleya
fue revelada acerca de los Judíos
cuando dijeron: Nosotros somos más que la Tribu
de fulano, y la Tribu
de fulano son más que la Tribu
de fulano: eso los distrajo hasta que murieron extraviados”.
Dijeron
Ibn
‘Abbâs,
Muqâtil
y Al-Kalbî:
“Fue revelada por dos Clanes
de Qurais:
Banû
‘Abdemanâf
y Banû
Saham,
que se enemistaron rivalizando por el señorío y los nobles en el
Islam.
Y decía cada uno de los Clanes:
nosotros somos más señores, más poderosos, más numerosos…
“Hasta
que visitáis los cementerios”.
Es decir, la visita a los cementerios, en este caso, es una metáfora,
ya que se trata de una visita obligada y forzosa cuando a cada uno le
llega la muerte y todos absolutamente forman parte de la gente de las
tumbas. Mientras que en Duniâ
no cesaban de rivalizar y porfiar para ver quién era mejor, o tenía
más. ¿De qué les sirvió, pues, tanta rivalidad si al final todos
se iban a ver en el mismo sitio y en la misma situación?
De
‘Amrin
ibn Dinâr:
“Aseguró que esta Sura
fue revelada a propósito de los comerciantes”. De Saibân,
y éste de Qatâda,
que dijo: “Fue revelado por la Gente
del Libro”.
Dijo
Al-Qurtubî:
El significado de la Aleya
abarca todo cuanto se ha mencionado.
En
Sahîh
Muslim
se transmitió de Mutarrif,
y éste de su padre, que dijo: “Acudí al Profeta
(SAWS)
y estaba recitando La
Rivalidad:
“La
rivalidad por la abundancia os mantiene ocupados”.
Y dijo: “Dirá el hijo de Âdam:
¡Mi dinero, mi dinero! ¿Y acaso es para ti, hijo de Âdam,
de tu dinero, aquello que comiste y, por lo tanto, lo aniquilaste; o
lo que te vestiste y lo deterioraste: o lo que diste de Sadaqât
y ya transcurrió? Mientras que todo lo demás, se marchó y lo
heredará la gente”.
Relató
Al-Bujârî,
de Ibn
Sihâb:
“Me informó Anas
ibn Mâlik
que el Mensajero
de
Allah
(SAWS)
dijo: “Aunque el hijo de Âdam
tuviera en su poder un valle repleto de oro, le gustaría tener dos,
y su boca no la saciaría nada más que la tierra. Y Allah
(SWT),
el Altísimo,
aceptaría la Tawba
(Arrepentimiento)
del que la hiciera”.
Dijo
Ibn
‘Abbâs:
Recitó el Mensajero
de
Allah
(SAWS)
La
Rivalidad.
Dijo: “Por la abundancia de riqueza: Amasarla y
atesorarla
sin derecho, es decir, ilícitamente, y privarla del derecho que le
corresponde”.
“Hasta
que visitáis los cementerios”.
Es decir, hasta que os llega la muerte y os convertís en visitantes
de las tumbas. Y regresáis de ellas de la misma forma que regresa el
visitante a su casa, al Jardín
o al Fuego.
Se le suele decir al que muere: Ha visitado su tumba. Se ha dicho: En
la Aleya
hay una amenaza, es decir, os ocupáis en la competencia por Duniâ,
hasta que visitáis las tumbas y veis el castigo que Allah
(SWT),
Poderoso
y Majestuoso,
hace caer sobre vosotros. La mención de los cementerios no aparece
en el Corán
salvo en esta Sura.
Y su visita a ellos es de las mejores medicinas para los de corazones
duros; porque les hace recordar la muerte y la otra “vida”. Y
ello supone una efímera esperanza en los bienes de este mundo; la
austeridad en Duniâ;
el abandono del deseo desmesurado por este mundo. Dijo el Profeta:
“Hubo un tiempo que os prohibí la visita a las tumbas, visitarlas
ahora, porque os impulsa a la austeridad en este mundo y os hace
recordar la Otra
Vida”.
Lo relató Ibn
Mas‘ûd.
En Sahîh
Muslim
se transmitió de Abû
Huraira:
“La visita a las tumbas, ciertamente os hace recordar la muerte”.
Y también de Abû
Huraira:
“El Mensajero
de
Allah
(SAWS)
maldijo a los visitantes de las tumbas. Algunos hombres de
conocimiento opinaron al respecto que dicha prohibición sucedió
antes de que permitiera o levantara la prohibición el Profeta
(SAWS)
de la visita a las tumbas. De manera que cuando otorgó su permiso,
lo hizo extensible a hombres y mujeres”. Algunos dijeron: “Sin
embargo, se desaconsejaba la visita a las tumbas de las mujeres por
su poca paciencia y su abrumadora angustia ante la desgracia”.
Dicen
los Ulemas:
que es preciso para quien quiera efectuar un tratamiento a su corazón
y someterse a la obediencia de su Señor,
abundar en el recuerdo de la muerte; en la separación de los demás
seres; en la orfandad de los hijos y las hijas; el estar presente en
la agonía de otros seres; y la visita a las tumbas de los difuntos
musulmanes. Porque el recuerdo de la muerte es avisar al corazón de
cuál va a ser su destino. Y la visita a los difuntos musulmanes ha
de hacerse por la faz de Allah
(SWT),
de forma correcta, comenzando con el saludo directamente a ellos y
aportándoles un beneficio con el Du‘â
para ellos y la recitación del Corán.
Se deberá evitar naturalmente, el caminar sobre las tumbas o
sentarse sobre ellas.
3.-
¡Pero
no! Ya sabréis. 4.-
Luego,
ya sabréis.
Dijo
Al-Farrâ:
“Es decir, no se trata el asunto de vanagloriarse y rivalizar en la
consecución de la abundancia como lo estáis haciendo. Porque, ya
veréis cuál será el resultado de ello”.
“Ya
sabréis. Luego, ya sabréis”.
Se repite la advertencia como una amenaza que se cierne de forma
inexorable y rotunda.
Dijo
Ibn
‘Abbâs:
“¡Pero no! Ya sabréis, el castigo que caerá sobre vosotros en la
tumba. Y la segunda advertencia se refiere al castigo del Âjira”.
Se ha dicho: “¡Pero
no! Ya sabréis”,
que es verdad a lo que os he llamado. Y que la promesa de la
resurrección es una realidad. Se ha dicho: “¡Pero no! Ya sabréis,
cuando
caiga sobre vosotros la muerte y vengan los Ángeles
Emisarios
a las tumbas a arrancaros los
Espíritus”.
Y la segunda amenaza: Es decir, ya sabréis cuando os veáis
aterrorizados en las tumbas sin saber qué responder.
Esta
Sura
comprende lo relacionado con lo dicho sobre el castigo de la tumba.
El Îmân
(Fe)
en él es obligatoria, y su veracidad obliga, tal como nos ha
informado de ello el veraz, el fiel. Ciertamente, Allah
(SWT),
el Altísimo,
infundirá vida a Su
siervo
en la tumba, de tal forma que pueda razonar lo que se le pregunte y
la respuesta que deba dar.
“¡Pero
no! Ya sabréis”,
que seréis resucitados el Día
del Retorno.
“Luego,
ya sabréis”,
que seréis castigados el Día
del Juicio Final.
Dijo
Ad-Dahhâk:
“En la primera amenaza se refiere a los Incrédulos
(Kuffâr),
y en la segunda a los creyentes”.
5.-
¡Pero
no! Si supierais a ciencia cierta.
Aquí
repite el término “¡Pero
no!”
(Kal-lâ),
como una llamada de atención y una recriminación, como si dijera:
no lo hagáis que os vais a lamentar y vais a merecer el castigo. Y
añade al conocimiento la certeza, como dice Allah
(SWT),
el Altísimo:
“Esto
es, con certeza, la pura verdad”.
(Lo
que ha de ocurrir 56: 95)
Dijo
Qatâda:
“Aquí la certeza significa la muerte. Y la resurrección, porque
cuando llega se disipa la duda. Es decir, si tuvierais el
conocimiento de la resurrección”.
6.-
Tened
por seguro que veréis el fuego abrasador
[del
Infierno].
Esta
es otra amenaza; es decir, lo veréis en el Âjira.
Y el interlocutor aquí es el Incrédulo
(Kâfir)
e Infiel
cuyo destino es el Fuego.
Se ha dicho: “La referencia es general. Como dijo Allah
(SWT),
el Altísimo:
“Y
no hay ninguno de vosotros que no vaya a llegar a él
[el
Fuego],
esto es para tu Señor
una decisión irrevocable”.
(Maryam
19: 71)
De
manera que a los Incrédulos
(Kuffâr)
se les ha preparado una “casa”, y a los creyentes un paso. Como
dice el Hadîz:
“Pasará el primero de ellos como el rayo, después como el viento,
después como el pájaro...”. Es decir, los creyentes, a su paso
por el puente de As-Sirât
sobre el Ŷahannam.
Es decir, veréis el Fuego
abrasador desde lejos con vuestras vistas.
7.-
Lo
veréis con el ojo de la certeza.
Es
decir, será una visión permanente y continuada. La alocución aquí
va referida a los Incrédulos
(Kuffâr).
“Si
supierais a ciencia cierta”,
significa: Si tuvierais hoy, en este mundo, el conocimiento de la
certeza de lo que tenéis frente a vosotros, tal como se ha descrito,
“veréis
el fuego abrasador
[del
Infierno]”
con los ojos de vuestros corazones; ya que el conocimiento de la
certeza te haría ver el Fuego
con el ojo de tu corazón; y representaría ante tus ojos muchas
veces la
Resurrección.
“Lo
veréis con el ojo de la certeza”.
Es decir, con el ojo que está en la cabeza. Y lo verás realmente,
sin que se oculte tu vista.
8.-
Después
seréis preguntados ese día por la dicha que hayáis tenido
[Na‘îm].
En
un relato de Sahîh
Muslim,
se transmitió de Abû
Huraira,
que dijo: Salió el Mensajero
de
Allah
(SAWS)
un día o una noche y se encontró con Abû
Bakr
y ‘Umar
a los que preguntó: “¿Qué es lo que os ha hechos salir de
vuestras casas a estas horas?”. Contestaron: El hambre, Mensajero
de
Allah
(SAWS).
Dijo: “Y a mí también. ¡Por Aquel
que tiene mi alma de Su
mano! Lo que me ha hecho salir es lo mismo que os ha hecho salir a
vosotros”. Se pusieron los tres en marcha y fueron a ver a un
hombre de los Ansâr,
pero no estaba en su casa. Cuando su mujer los vio, dijo:
¡Bienvenidos! Le preguntó el Mensajero
de
Allah
(SAWS):
“¿Dónde está fulano?”. Contestó: Ha ido a traer agua. Llegó
el Ansârî
y mirando al Mensajero
de
Allah
(SAWS)
y a sus dos compañeros dijo: ¡Al-Hamdulillâh!
No hay nadie hoy que se haya visto más honrado que yo por sus
huéspedes. Dijo: Salió el Ansârî
y volvió con un racimo de dátiles frescos y también secos,
diciendo: ¡Comed de esto! Entonces, tomó el cuchillo para
disponerse al sacrificio de un animal, y el Mensajero
de
Allah
(SAWS)
le dijo: “¡Cuidado con la que da leche!”. Sacrificó, pues, para
ellos y comieron de un cordero, del racimo de dátiles y bebieron
agua. Cuando se hubieron saciado dijo el Mensajero
de
Allah
(SAWS)
a Abû
Bakr
y a ‘Umar:
“¡por Aquel
que tiene mi alma de Su
mano! Que seréis preguntados por la dicha de este día, el Día
del Juicio.
El hambre os hizo salir de vuestras casas, y no regresasteis hasta
aconteceros esta dicha”. Añadió At-Tirmidî:
“Esto, ¡Por Aquel
que me tiene de su mano! Que la dicha (Na‘îm)
por la que seréis preguntados el Día
del Juicio
es: Una sombra fresca, unos dátiles tiernos y agua fría”. El
nombre de este Ansârî
era Abû
al-Haitam Mâlik ibn at-Tahiân.
Se
transmitió de Abû
Asîb,
sirviente del Mensajero
de
Allah
(SAWS),
que dijo: Salió una noche el Mensajero
de
Allah
(SAWS)
y yo fui con él. Después al pasar por casa de Abû
Bakr
lo llamó y vino con nosotros. Después pasó por casa de ‘Umar
y lo llamó también. Se pusieron en camino y al pasar junto a una
huerta de algunos Ansâr,
le dijo al dueño: “¡Danos de comer algunos dátiles!”. Y éste
les trajo un racimo del que comieron y después le pidió agua y
bebieron. A continuación añadió: “Seréis preguntados por esto
el Día
del Juicio”.
Dijo: Cogió ‘Umar
el racimo de dátiles y lo golpeó contra el suelo hasta hacer saltar
los dátiles hacia la cara del Mensajero
de
Allah
(SAWS)
y le preguntó: ¡Mensajero
de
Allah
(SAWS)!
¿Vamos a ser preguntados por esto el Día
del Juicio?
Contestó: “¡Sí! Excepto en tres cosas: Un pedazo de pan con el
que saciar el hambre; un vestido con el que cubrir el cuerpo; y un
refugio en el que abrigarse del frío o el calor”.
Hay
diversas opiniones sobre el significado exacto de la dicha (Na‘îm)
sobre la cuál será preguntado el hombre: Dijo Ibn
Mas’ûd:
“La seguridad y la salud”. Sa’îd
Ibn Yubair:
“La salud y el ocio”. En Sahîh
Al-Bujârî:
“Hay dos dichas descuidadas por mucha gente: La salud y el ocio”.
Ibn
‘Abbâs:
“La captación a través de los sentidos de la vista y el oído.
Como dice Allah
(SWT),
el Altísimo,
en el Noble
Corán:
“Y
no persigas aquello de lo que no tienes conocimiento pues es cierto
que del oído, la vista y el corazón, de todo ello, se pedirán
cuentas”.
(El
Viaje nocturno 17: 36)
Se
transmitió de Abû
Huraira
y de Abû
Sa’îd
que dijo el Mensajero
de
Allah
(SAWS):
“Será preguntado el siervo en el Día
del Juicio:
¿Acaso no te he dado el oído y la vista, y te he dado riqueza e
hijos?...”. Yâbir
ibn ‘Abdullâh al-Ansârî:
“La dicha se refiere a la delicia de la comida y la bebida”.
Al-Hasan:
“La comida y la cena”. Makhûl
as-Sâmî:
“La saciedad de los estómagos, la bebida fresca, la sombra de las
moradas, el carácter equilibrado y la delicia del sueño”.
Se
relató de Zaid
ibn Aslam,
y éste de su padre, que dijo el Mensajero
de
Allah
(SAWS)
en
relación a la Aleya:
“Seréis preguntados ese día por la dicha”. “Es decir, por la
saciedad del estómago”.
Esta
pregunta es general para el Incrédulo
(Kâfir)
y el creyente, excepto que la pregunta al creyente es una buena nueva
que junta la dicha de Duniâ
y el Âjira.
Dijo
Al-Hasan:
“No serán preguntados por la dicha más que la gente del Fuego”.
Dijo Al-Qusairî:
Todos serán preguntados, sin embargo, la pregunta a los Incrédulos
(Kuffâr)
será recriminatoria porque no fueron agradecidos. En cambio, la
pregunta al creyente será un honor para él, porque fue agradecido.
Y la dicha abarca todas las gracias y dones recibidos”.
Se
ha dicho: “La dicha es el sueño con seguridad y salud”. Dijo
Sufiân
ibn ‘Uyaina:
“Verdaderamente, lo que calma el hambre y cubre la desnudez en
cuanto a comida y vestido, no será preguntado sobre ello el hombre
en el Día
del Juicio,
sino que será preguntado sobre la dicha o delicia”. Dijo: “Y la
prueba de ello es que Allah
(SWT),
el Altísimo,
hizo que Âdam
habitara en el Jardín,
diciéndole:
“Verdaderamente
en él no sentirás ni hambre ni desnudez. Ni tampoco sufrirás la
sed y el calor”.
(Tâ
Hâ 20: 118-119)
De
manera que estas cuatro cosas: Aquello que sacia el hambre; lo que
apaga la sed; lo que te libra del calor; y lo que cubre la desnudez,
son cosas que le fueron dadas a Âdam,
sobre él la paz, y no se le va a pedir cuentas por ello, ya que es
algo de lo que no puede prescindir.
Dijo
Al-Qurtubî:
Esto se deduce de lo que dice el Hadîz:
“El hijo de Âdam
no tiene derecho excepto a estas cosas: Una casa para vivir; una ropa
que cubra su desnudez; un recipiente, pan y agua”.
Dijo
Muhammad
ibn Ka‘b:
“La dicha (Na‘îm)
es todo aquello con lo que Allah
(SWT)
nos
ha agraciado mediante Muhammad
(SAWS)”.
Y en el Corán:
“Realmente
Allah
ha concedido una gracia a los creyentes al enviarles un Mensajero
salido de ellos mismos que les recita Sus
signos, los purifica y les enseña el Libro y la Sabiduría; ya que
antes estaban en un extravío evidente”.
(La
Familia de ‘Imrân 3: 164)
Dijo
Al-Hasan:
“Es la suavidad de las leyes y la facilidad del Corán”.
Como dice Allah
(SWT),
el Altísimo,
en el Noble
Corán:
“Luchad
[Yihâd]
por
Allah
como se debe luchar por Él.
Él
os ha elegido y no ha puesto ninguna dificultad en la práctica de
Adoración; la religión de vuestro padre Ibrâhîm, Él
os llamó antes musulmanes. El Mensajero es testigo para vosotros de
ello así como vosotros lo sois para los hombres. Así pues,
estableced el Salât, entregad el Zakât y aferraros a Allah.
Él
es vuestro Dueño.
¡Y qué excelente Dueño
y qué excelente Protector!”.
(La
Peregrinación 22: 78)
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