martes, 14 de agosto de 2018

SURA 102 SURA LA RIVALIDAD (At-Takâtur)



En el nombre de Allah, el Misericordioso, el Compasivo

1.- La rivalidad por la abundancia os mantiene ocupados, 2.- hasta que visitáis los cementerios.

La rivalidad por la abundancia os mantiene ocupados”. Es decir, vuestro afán por amasar dinero y riqueza os distrae y os hace olvidar la obediencia a Allah (SWT), hasta que morís y sois enterrados en las tumbas.

Dijo Qatâda: “El orgullo por la Tribu y el Clan familiar”. Dijeron Muqâtil, Qatâda y otros: “La Aleya fue revelada acerca de los Judíos cuando dijeron: Nosotros somos más que la Tribu de fulano, y la Tribu de fulano son más que la Tribu de fulano: eso los distrajo hasta que murieron extraviados”.

Dijeron Ibn ‘Abbâs, Muqâtil y Al-Kalbî: “Fue revelada por dos Clanes de Qurais: Banû ‘Abdemanâf y Banû Saham, que se enemistaron rivalizando por el señorío y los nobles en el Islam. Y decía cada uno de los Clanes: nosotros somos más señores, más poderosos, más numerosos…

Hasta que visitáis los cementerios”. Es decir, la visita a los cementerios, en este caso, es una metáfora, ya que se trata de una visita obligada y forzosa cuando a cada uno le llega la muerte y todos absolutamente forman parte de la gente de las tumbas. Mientras que en Duniâ no cesaban de rivalizar y porfiar para ver quién era mejor, o tenía más. ¿De qué les sirvió, pues, tanta rivalidad si al final todos se iban a ver en el mismo sitio y en la misma situación?

De ‘Amrin ibn Dinâr: “Aseguró que esta Sura fue revelada a propósito de los comerciantes”. De Saibân, y éste de Qatâda, que dijo: “Fue revelado por la Gente del Libro”.

Dijo Al-Qurtubî: El significado de la Aleya abarca todo cuanto se ha mencionado.

En Sahîh Muslim se transmitió de Mutarrif, y éste de su padre, que dijo: “Acudí al Profeta (SAWS) y estaba recitando La Rivalidad: “La rivalidad por la abundancia os mantiene ocupados”. Y dijo: “Dirá el hijo de Âdam: ¡Mi dinero, mi dinero! ¿Y acaso es para ti, hijo de Âdam, de tu dinero, aquello que comiste y, por lo tanto, lo aniquilaste; o lo que te vestiste y lo deterioraste: o lo que diste de Sadaqât y ya transcurrió? Mientras que todo lo demás, se marchó y lo heredará la gente”.

Relató Al-Bujârî, de Ibn Sihâb: “Me informó Anas ibn Mâlik que el Mensajero de Allah (SAWS) dijo: “Aunque el hijo de Âdam tuviera en su poder un valle repleto de oro, le gustaría tener dos, y su boca no la saciaría nada más que la tierra. Y Allah (SWT), el Altísimo, aceptaría la Tawba (Arrepentimiento) del que la hiciera”.

Dijo Ibn ‘Abbâs: Recitó el Mensajero de Allah (SAWS) La Rivalidad. Dijo: “Por la abundancia de riqueza: Amasarla y atesorarla sin derecho, es decir, ilícitamente, y privarla del derecho que le corresponde”.

Hasta que visitáis los cementerios”. Es decir, hasta que os llega la muerte y os convertís en visitantes de las tumbas. Y regresáis de ellas de la misma forma que regresa el visitante a su casa, al Jardín o al Fuego. Se le suele decir al que muere: Ha visitado su tumba. Se ha dicho: En la Aleya hay una amenaza, es decir, os ocupáis en la competencia por Duniâ, hasta que visitáis las tumbas y veis el castigo que Allah (SWT), Poderoso y Majestuoso, hace caer sobre vosotros. La mención de los cementerios no aparece en el Corán salvo en esta Sura. Y su visita a ellos es de las mejores medicinas para los de corazones duros; porque les hace recordar la muerte y la otra “vida”. Y ello supone una efímera esperanza en los bienes de este mundo; la austeridad en Duniâ; el abandono del deseo desmesurado por este mundo. Dijo el Profeta: “Hubo un tiempo que os prohibí la visita a las tumbas, visitarlas ahora, porque os impulsa a la austeridad en este mundo y os hace recordar la Otra Vida”. Lo relató Ibn Mas‘ûd. En Sahîh Muslim se transmitió de Abû Huraira: “La visita a las tumbas, ciertamente os hace recordar la muerte”. Y también de Abû Huraira: “El Mensajero de Allah (SAWS) maldijo a los visitantes de las tumbas. Algunos hombres de conocimiento opinaron al respecto que dicha prohibición sucedió antes de que permitiera o levantara la prohibición el Profeta (SAWS) de la visita a las tumbas. De manera que cuando otorgó su permiso, lo hizo extensible a hombres y mujeres”. Algunos dijeron: “Sin embargo, se desaconsejaba la visita a las tumbas de las mujeres por su poca paciencia y su abrumadora angustia ante la desgracia”.

Dicen los Ulemas: que es preciso para quien quiera efectuar un tratamiento a su corazón y someterse a la obediencia de su Señor, abundar en el recuerdo de la muerte; en la separación de los demás seres; en la orfandad de los hijos y las hijas; el estar presente en la agonía de otros seres; y la visita a las tumbas de los difuntos musulmanes. Porque el recuerdo de la muerte es avisar al corazón de cuál va a ser su destino. Y la visita a los difuntos musulmanes ha de hacerse por la faz de Allah (SWT), de forma correcta, comenzando con el saludo directamente a ellos y aportándoles un beneficio con el Du‘â para ellos y la recitación del Corán. Se deberá evitar naturalmente, el caminar sobre las tumbas o sentarse sobre ellas.

3.- ¡Pero no! Ya sabréis. 4.- Luego, ya sabréis.

Dijo Al-Farrâ: “Es decir, no se trata el asunto de vanagloriarse y rivalizar en la consecución de la abundancia como lo estáis haciendo. Porque, ya veréis cuál será el resultado de ello”.

Ya sabréis. Luego, ya sabréis”. Se repite la advertencia como una amenaza que se cierne de forma inexorable y rotunda.

Dijo Ibn ‘Abbâs: “¡Pero no! Ya sabréis, el castigo que caerá sobre vosotros en la tumba. Y la segunda advertencia se refiere al castigo del Âjira”. Se ha dicho: “¡Pero no! Ya sabréis”, que es verdad a lo que os he llamado. Y que la promesa de la resurrección es una realidad. Se ha dicho: “¡Pero no! Ya sabréis, cuando caiga sobre vosotros la muerte y vengan los Ángeles Emisarios a las tumbas a arrancaros los Espíritus”. Y la segunda amenaza: Es decir, ya sabréis cuando os veáis aterrorizados en las tumbas sin saber qué responder.

Esta Sura comprende lo relacionado con lo dicho sobre el castigo de la tumba. El Îmân (Fe) en él es obligatoria, y su veracidad obliga, tal como nos ha informado de ello el veraz, el fiel. Ciertamente, Allah (SWT), el Altísimo, infundirá vida a Su siervo en la tumba, de tal forma que pueda razonar lo que se le pregunte y la respuesta que deba dar.

¡Pero no! Ya sabréis”, que seréis resucitados el Día del Retorno. “Luego, ya sabréis”, que seréis castigados el Día del Juicio Final.

Dijo Ad-Dahhâk: “En la primera amenaza se refiere a los Incrédulos (Kuffâr), y en la segunda a los creyentes”.

5.- ¡Pero no! Si supierais a ciencia cierta.

Aquí repite el término “¡Pero no!” (Kal-lâ), como una llamada de atención y una recriminación, como si dijera: no lo hagáis que os vais a lamentar y vais a merecer el castigo. Y añade al conocimiento la certeza, como dice Allah (SWT), el Altísimo:
Esto es, con certeza, la pura verdad”. (Lo que ha de ocurrir 56: 95)

Dijo Qatâda: “Aquí la certeza significa la muerte. Y la resurrección, porque cuando llega se disipa la duda. Es decir, si tuvierais el conocimiento de la resurrección”.

6.- Tened por seguro que veréis el fuego abrasador [del Infierno].

Esta es otra amenaza; es decir, lo veréis en el Âjira. Y el interlocutor aquí es el Incrédulo (Kâfir) e Infiel cuyo destino es el Fuego. Se ha dicho: “La referencia es general. Como dijo Allah (SWT), el Altísimo:
Y no hay ninguno de vosotros que no vaya a llegar a él [el Fuego], esto es para tu Señor una decisión irrevocable”. (Maryam 19: 71)

De manera que a los Incrédulos (Kuffâr) se les ha preparado una “casa”, y a los creyentes un paso. Como dice el Hadîz: “Pasará el primero de ellos como el rayo, después como el viento, después como el pájaro...”. Es decir, los creyentes, a su paso por el puente de As-Sirât sobre el Ŷahannam. Es decir, veréis el Fuego abrasador desde lejos con vuestras vistas.

7.- Lo veréis con el ojo de la certeza.

Es decir, será una visión permanente y continuada. La alocución aquí va referida a los Incrédulos (Kuffâr). “Si supierais a ciencia cierta”, significa: Si tuvierais hoy, en este mundo, el conocimiento de la certeza de lo que tenéis frente a vosotros, tal como se ha descrito, “veréis el fuego abrasador [del Infierno]” con los ojos de vuestros corazones; ya que el conocimiento de la certeza te haría ver el Fuego con el ojo de tu corazón; y representaría ante tus ojos muchas veces la Resurrección.

Lo veréis con el ojo de la certeza”. Es decir, con el ojo que está en la cabeza. Y lo verás realmente, sin que se oculte tu vista.

8.- Después seréis preguntados ese día por la dicha que hayáis tenido [Na‘îm].

En un relato de Sahîh Muslim, se transmitió de Abû Huraira, que dijo: Salió el Mensajero de Allah (SAWS) un día o una noche y se encontró con Abû Bakr y ‘Umar a los que preguntó: “¿Qué es lo que os ha hechos salir de vuestras casas a estas horas?”. Contestaron: El hambre, Mensajero de Allah (SAWS). Dijo: “Y a mí también. ¡Por Aquel que tiene mi alma de Su mano! Lo que me ha hecho salir es lo mismo que os ha hecho salir a vosotros”. Se pusieron los tres en marcha y fueron a ver a un hombre de los Ansâr, pero no estaba en su casa. Cuando su mujer los vio, dijo: ¡Bienvenidos! Le preguntó el Mensajero de Allah (SAWS): “¿Dónde está fulano?”. Contestó: Ha ido a traer agua. Llegó el Ansârî y mirando al Mensajero de Allah (SAWS) y a sus dos compañeros dijo: ¡Al-Hamdulillâh! No hay nadie hoy que se haya visto más honrado que yo por sus huéspedes. Dijo: Salió el Ansârî y volvió con un racimo de dátiles frescos y también secos, diciendo: ¡Comed de esto! Entonces, tomó el cuchillo para disponerse al sacrificio de un animal, y el Mensajero de Allah (SAWS) le dijo: “¡Cuidado con la que da leche!”. Sacrificó, pues, para ellos y comieron de un cordero, del racimo de dátiles y bebieron agua. Cuando se hubieron saciado dijo el Mensajero de Allah (SAWS) a Abû Bakr y a ‘Umar: “¡por Aquel que tiene mi alma de Su mano! Que seréis preguntados por la dicha de este día, el Día del Juicio. El hambre os hizo salir de vuestras casas, y no regresasteis hasta aconteceros esta dicha”. Añadió At-Tirmidî: “Esto, ¡Por Aquel que me tiene de su mano! Que la dicha (Na‘îm) por la que seréis preguntados el Día del Juicio es: Una sombra fresca, unos dátiles tiernos y agua fría”. El nombre de este Ansârî era Abû al-Haitam Mâlik ibn at-Tahiân.

Se transmitió de Abû Asîb, sirviente del Mensajero de Allah (SAWS), que dijo: Salió una noche el Mensajero de Allah (SAWS) y yo fui con él. Después al pasar por casa de Abû Bakr lo llamó y vino con nosotros. Después pasó por casa de ‘Umar y lo llamó también. Se pusieron en camino y al pasar junto a una huerta de algunos Ansâr, le dijo al dueño: “¡Danos de comer algunos dátiles!”. Y éste les trajo un racimo del que comieron y después le pidió agua y bebieron. A continuación añadió: “Seréis preguntados por esto el Día del Juicio”. Dijo: Cogió ‘Umar el racimo de dátiles y lo golpeó contra el suelo hasta hacer saltar los dátiles hacia la cara del Mensajero de Allah (SAWS) y le preguntó: ¡Mensajero de Allah (SAWS)! ¿Vamos a ser preguntados por esto el Día del Juicio? Contestó: “¡Sí! Excepto en tres cosas: Un pedazo de pan con el que saciar el hambre; un vestido con el que cubrir el cuerpo; y un refugio en el que abrigarse del frío o el calor”.

Hay diversas opiniones sobre el significado exacto de la dicha (Na‘îm) sobre la cuál será preguntado el hombre: Dijo Ibn Mas’ûd: “La seguridad y la salud”. Sa’îd Ibn Yubair: “La salud y el ocio”. En Sahîh Al-Bujârî: “Hay dos dichas descuidadas por mucha gente: La salud y el ocio”. Ibn ‘Abbâs: “La captación a través de los sentidos de la vista y el oído. Como dice Allah (SWT), el Altísimo, en el Noble Corán:
Y no persigas aquello de lo que no tienes conocimiento pues es cierto que del oído, la vista y el corazón, de todo ello, se pedirán cuentas”. (El Viaje nocturno 17: 36)

Se transmitió de Abû Huraira y de Abû Sa’îd que dijo el Mensajero de Allah (SAWS): “Será preguntado el siervo en el Día del Juicio: ¿Acaso no te he dado el oído y la vista, y te he dado riqueza e hijos?...”. Yâbir ibn ‘Abdullâh al-Ansârî: “La dicha se refiere a la delicia de la comida y la bebida”. Al-Hasan: “La comida y la cena”. Makhûl as-Sâmî: “La saciedad de los estómagos, la bebida fresca, la sombra de las moradas, el carácter equilibrado y la delicia del sueño”.

Se relató de Zaid ibn Aslam, y éste de su padre, que dijo el Mensajero de Allah (SAWS) en relación a la Aleya: “Seréis preguntados ese día por la dicha”. “Es decir, por la saciedad del estómago”.

Esta pregunta es general para el Incrédulo (Kâfir) y el creyente, excepto que la pregunta al creyente es una buena nueva que junta la dicha de Duniâ y el Âjira.

Dijo Al-Hasan: “No serán preguntados por la dicha más que la gente del Fuego”. Dijo Al-Qusairî: Todos serán preguntados, sin embargo, la pregunta a los Incrédulos (Kuffâr) será recriminatoria porque no fueron agradecidos. En cambio, la pregunta al creyente será un honor para él, porque fue agradecido. Y la dicha abarca todas las gracias y dones recibidos”.

Se ha dicho: “La dicha es el sueño con seguridad y salud”. Dijo Sufiân ibn ‘Uyaina: “Verdaderamente, lo que calma el hambre y cubre la desnudez en cuanto a comida y vestido, no será preguntado sobre ello el hombre en el Día del Juicio, sino que será preguntado sobre la dicha o delicia”. Dijo: “Y la prueba de ello es que Allah (SWT), el Altísimo, hizo que Âdam habitara en el Jardín, diciéndole:
Verdaderamente en él no sentirás ni hambre ni desnudez. Ni tampoco sufrirás la sed y el calor”. (Tâ Hâ 20: 118-119)

De manera que estas cuatro cosas: Aquello que sacia el hambre; lo que apaga la sed; lo que te libra del calor; y lo que cubre la desnudez, son cosas que le fueron dadas a Âdam, sobre él la paz, y no se le va a pedir cuentas por ello, ya que es algo de lo que no puede prescindir.

Dijo Al-Qurtubî: Esto se deduce de lo que dice el Hadîz: “El hijo de Âdam no tiene derecho excepto a estas cosas: Una casa para vivir; una ropa que cubra su desnudez; un recipiente, pan y agua”.

Dijo Muhammad ibn Ka‘b: “La dicha (Na‘îm) es todo aquello con lo que Allah (SWT) nos ha agraciado mediante Muhammad (SAWS)”. Y en el Corán:
Realmente Allah ha concedido una gracia a los creyentes al enviarles un Mensajero salido de ellos mismos que les recita Sus signos, los purifica y les enseña el Libro y la Sabiduría; ya que antes estaban en un extravío evidente”. (La Familia de ‘Imrân 3: 164)

Dijo Al-Hasan: “Es la suavidad de las leyes y la facilidad del Corán”. Como dice Allah (SWT), el Altísimo, en el Noble Corán:
Luchad [Yihâd] por Allah como se debe luchar por Él. Él os ha elegido y no ha puesto ninguna dificultad en la práctica de Adoración; la religión de vuestro padre Ibrâhîm, Él os llamó antes musulmanes. El Mensajero es testigo para vosotros de ello así como vosotros lo sois para los hombres. Así pues, estableced el Salât, entregad el Zakât y aferraros a Allah. Él es vuestro Dueño. ¡Y qué excelente Dueño y qué excelente Protector!”. (La Peregrinación 22: 78)

Realmente, hemos hecho el Corán fácil para recordar. ¿Hay, pues, quien recapacite?”. (La Luna 54: 17)

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