1.-
¿Es
que no has visto lo que hizo tu Señor
con la gente del Elefante?
Es
decir: ¿Es que no has sido informado, o no sabes, o no has oído?
Todo son interrogaciones que denotan una afirmación rotunda. El
interlocutor aquí es Muhammad
(SAWS),
pero es general. Es decir: ¿No habéis visto lo que hice con la
Gente
del Elefante?
Es decir, lo habéis visto, y habéis conocido el sitio que Allah
(SWT)
deseaba para vosotros. ¿Qué os pasa, pues, para no creer?
En
relación a la historia de la Gente
del Elefante
ocurrió que Abraha
construyó Al-Qulais,
en San‘â
(Yemen)
y era la mejor de las Iglesias
de la tierra en aquel tiempo. Después escribió una carta al Negus
diciéndole: ¡Oh Rey!
Te he construido una Iglesias
como no se ha construido otra igual antes de ti. Y no estaré
satisfecho mientras no haga venir a las Tribus
árabes en peregrinaje a ella. Al enterarse los árabes de dicha
carta se enfadó un hombre de la Tribu
An-Nasâ,
que era una Tribu
de Banî
Qaiyim ibn Addî.
Y salió inmediatamente hacia la Iglesia
e hizo de vientre en ella para después regresar a su tierra. Se
enteró Abraha
de lo sucedido y preguntó: ¿Quién ha hecho esto? Le dijeron: Ha
sido un hombre de la Casa
Sagrada
de Meca,
a la cuál peregrinan los árabes. Cuando oyeron lo que habías
mencionado de traer a los árabes en peregrinaje se enfadó el hombre
y vino e hizo lo que hizo para que se propagara entre la gente que la
Iglesia
está profanada y por lo tanto no es un lugar apropiado para
peregrinar a él. Entonces, Abraha
se enojó fuertemente y juró que acudiría a Meca
a destrozar la Ka‘ba.
A continuación envió a un mensajero a la Tribu
de Kinâna,
que era la misma tribu a la cuál pertenecía el hombre que hizo de
vientre en la Iglesia,
para que vinieran a hacer el peregrinaje a la misma. Los Banî
Kinâna
mataron al mensajero, provocando con ello el enojo desmesurado de
Abraha.
Después tomó la decisión de reunir a la gente de Abisinia
que se prepararon y se armaron acompañados de Elefantes
para la guerra. Se enteraron los árabes y vieron en ello una gran
fuerza que les hacía frente y vieron la necesidad imperiosa e
ineludible de afrontarla, sobre todo cuando supieron que quería
destruir la Casa
Sagrada
de Allah
(SWT).
Entonces salió un hombre del Yemen
llamado Dû
Nafar,
personaje distinguido que hizo una llamada a su pueblo y a todos los
árabes en general para enfrentarse a Abraha
y luchar contra él en defensa de la Ka‘ba.
Dû
Nafar
recibió apoyos y se enfrentó a Abraha
que lo derrotó y le hizo prisionero. Cuando se dispuso a matarle
éste le suplicó que le perdonara la vida porque le sería más útil
vivo que muerto. Abraha
le perdonó la vida porque era un hombre inteligente y sagaz, sin
embargo, lo encadenó. Y siguió su camino hasta llegar a una tierra
llamada Jazam,
en la que se enfrentó a él Nufail
ibn Habîb al-Jazamî
al frente de dos Tribus:
Sahran
y Nahis,
y algunos de otras Tribus
que le siguieron. Cayó derrotado a manos de Abraha,
siendo el segundo que fue hecho prisionero. Y cuando quiso matarle,
éste le suplicó que lo dejara con vida a cambio de servirle de guía
en la tierra de los árabes. Le dijo: ¡Pondré mis dos Tribus
bajo tu mando y completa obediencia y déjame suelto! Pero lo utilizó
de guía hasta que llegaron a
Tâ‘if
y salió Mas‘ûd
ibn Muattib,
de los hombres de Taquîf,
y dijo: ¡Oh Rey!
Somos tus esclavos, obedecemos tus órdenes y no tenemos nada en
contra tuya. Y esta casa no es la que buscas pues es la casa de
Al-Lat,
y tú la que quieres es la que está en Meca.
Nosotros mandaremos quien te guíe hacia ella. Y les dejó en paz.
Enviaron con él a Abû
Rigal
hasta llegar a Al-Mugammis,
lugar cercano a Meca
camino de Tâ‘if,
donde murió Abû
Rigal.
Su tumba ha quedado como sitio al que arrojan piedras los árabes.
Cuando
Abraha
levantó su campamento en Al-Mugammis
envió a Meca
un hombre Abisinio
llamado Al-Asuad
ibn Maksûd
y al llegar se apropió de los bienes de la gente de Tihâma
y doscientos camellos de ‘Abdelmuttalib
ibn Hâsim,
el señor de su Tribu.
Como consecuencia de ello trataron de aunar sus fuerzas las Tribus
de Qurais,
Kinâna
y Hadîa
en contra del invasor, el cuál les hizo saber que no podrían con
él. En vista de lo cuál lo dejaron.
Abraha
envió a Hunâta
al-Hamirî
hacia Meca,
para que preguntara por los Jefes
de Meca
y les dijera: No he venido a haceros la guerra sino que solamente he
venido a destruir esta “Casa”
(La Ka’ba).
Y si no os enfrentáis contra mí yo no estoy interesado en derramar
vuestra sangre. De manera que si verdaderamente no queréis la guerra
venid conmigo a presencia del Rey
Abraha.
‘Abdelmuttalib
le contestó: No queremos la guerra ni podemos con él. Esta es la
Casa
Sagrada
de Allah
(SWT)
y es la Casa
de su íntimo
Profeta
Ibrâhîm
(Abraham),
sobre él la paz. Si Allah
(SWT)
le
impide el acercamiento a
Su
Casa
Sagrada,
el asunto está entre él y Allah
(SWT).
Y si el asunto depende de nosotros, pues no podemos hacer nada contra
Él.
Entonces Hunâta
le dijo que fuera a hablar con el Rey.
‘Abdelmuttalib
se encaminó con algunos de sus hijos y al llegar al campamento
preguntó por Dû
Nafar
que era su amigo. Fue a visitarlo a la cárcel y le preguntó:
¿Tienes algún recurso que nos libre de lo que nos ha ocurrido? Y le
contestó Dû
Nafar:
¿Qué recurso puede tener un hombre encarcelado que está en manos
del Rey
esperando su ejecución en cualquier momento? De forma que no tengo
nada que ofrecerles, excepto que Unais,
el guía de los Elefantes
es mi amigo. Traedle que le voy a presentar tu caso para que él
pueda interceder por ti ante el Rey.
Dû
Nafar
informó a Unais
acerca de ‘Abdelmuttalib,
que era el Jefe
de Qurais
y dueño de la crema de Meca;
es generoso hasta con los animales salvajes en las montañas. Y le
informó de que el rey
se había apoderado de doscientos camellos suyos. Y le pidió que
hiciera lo que pudiera para recuperarlos. Y éste así lo hizo. Unais
habló con el Rey
acerca de ‘Abdelmuttalib
en los mismos términos que lo hizo Dû
Nafar
con Unais.
Abraha
le dijo: ¡Hazle pasar!
‘Abdelmuttalib
era alto y de buenas facciones. Al verlo, Abraha
quedó sorprendido y profundamente admirado. Bajó de su trono y se
sentó con él sobre una alfombra diciendo a su intérprete:
¿Pregúntale por su asunto? Contestó: Mi solicitud es que el Rey
me devuelva los doscientos camellos que me pertenecen. Abraha
contestó diciendo a su intérprete: Dile: Cuando te vi me causaste
admiración y después despertaste mi simpatía hacia ti al hablarme.
¿Me vas a hablar de doscientos sucios camellos que te hemos quitado
y has olvidado hablarme de la “Casa”,
que significa tu Dîn
y el Dîn
de tus padres, y que yo he venido a destruir? Contestó
‘Abdelmuttalib:
Yo soy el dueño de los camellos y la “Casa”
tiene su dueño que la protege. Dijo Abraha:
No me ha impedido que atente contra la Ka‘ba.
Lo tuyo aquí lo tienes y el otro déjalo de mi cuenta. Y acto
seguido le devolvió sus camellos. ‘Abdelmuttalib
partió
hacia Qurais
para darles la noticia y les ordenó que salieran de Meca
y se dirigieran hacia las montañas, evitando de esa forma el daño
que les pudieran causar el ejército.
‘Abdelmuttalib
sujetó la aldaba de la puerta de la Ka‘ba
con un grupo de Qurais,
pidiendo a Allah
(SWT)
la victoria sobre Abraha
y sus soldados: ¡Oh Dios!
Impide que su acometida contra nosotros nos venza con su cruz y sus
armas injustas y entren en su territorio sagrado. El asunto queda en
tus manos. ¿Qué te parece, pues?
Dijo
Ibn
Ishâq:
“‘Abdelmuttalib
salió de la Ka‘ba
hacia las montañas acompañado de la Tribu
de Qurais
para protegerse, esperando lo que haría Abraha
con la Ka‘ba”.
Al
amanecer del día siguiente se preparó Abraha
para entrar en Meca.
Dispuso sus Elefantes
y formó a su ejército decidido a destruir la Ka‘ba
para regresar después al Yemen.
Cuando dirigieron los Elefantes
hacia Meca
se interpuso Nufail
ibn Habîb (guía
de Elefantes),
diciendo al oído del cabeza de los Elefantes
(llamado Mahmûd):
¡Siéntate Mahmûd!
Y regresa a salvo por donde has venido. Estás en la tierra sagrada
de Allah
(SWT).
En ese preciso momento se echó Mahmûd.
Y después escapó Nufail
corriendo hacia las montañas. El ejército trató de levantar a los
Elefantes
golpeándoles pero estos rehusaron a pesar de los golpes recibidos
con palos. A continuación insistieron para que se levantaran,
pinchándoles, pero siguieron negándose. Entonces los pusieron en
dirección al Yemen
y se levantaron de inmediato, y así en todas las direcciones,
excepto en la de la Ka‘ba
que se volvían a echar al suelo de nuevo. En ese instante, Allah
(SWT)
les envió pájaros marinos parecidos a las golondrinas y con cada
pájaro tres piedras, una en el pico y otra en cada pata del tamaño
de garbanzos o lentejas. A cualquiera que le acertara la piedra caía
muerto sin remedio. Y aquellos que se libraron salieron corriendo por
el camino por el que vinieron, buscando a Nufail
ibn Habîb
para que les indicara el camino hacia el Yemen.
Salieron
corriendo despavoridos, atropellándose unos a otros y cayendo
atónitos y muertos de las más diversas y atroces maneras por el
pánico que los sucesos le habían causado. Abraha
fue herido de tal forma que al caminar se le iban desprendiendo
trozos de sus miembros. Y con cada trozo que se le caía le seguía
un torrente de sangre y de pus. Y al llegar a San‘â,
Abraha
quedó como un polluelo y no murió hasta que su pecho se abrió y se
desprendió su corazón.
Dijeron
Al-Kalbî
y Muqâtil
ibn Sulaymân:
“La causa de la historia del Elefante
fue que unos jóvenes de la Tribu
de Qurais
salieron de expedición comercial hacia la tierra del Negus.
Acamparon en la costa junto a un templo Cristiano.
Encendieron un Fuego
para cocinar su comida y después se marcharon dejándolo encendido.
A continuación se levantó un viento huracanado que debido a la
fogata encendida dio lugar al incendio del Templo,
el cuál se quemó y quedó destruido. La noticia llegó a oídos del
Negus
y se enojó profundamente. Acudieron a él Abraha
ibn as-Sabbâh,
Huyûr
ibn Surahbîl
y Abû
Yaksûm,
todos ellos de la Tribu
de Kina.
Estos garantizaron al Negus
que quemarían la Ka‘ba
y harían prisionera a la gente de Meca.
El Negus
era el Rey
y Abraha
el Jefe
de los ejércitos, Abû
Yaksûm
era el ministro y Surahbîl
uno de sus gobernadores. De forma que se pusieron en marcha con los
Elefantes
al frente. Al llegar a Dûl
Mayâz
acamparon y dieron de beber a los Elefantes.
Allí estaban también los camellos de ‘Abdelmuttalib.
El pastor, al verlos, salió corriendo y subió a la montaña de Safâ
y gritando a la gente les avisó de la llegada del ejército de
Abraha
y los Elefantes.
En ese momento la gente de Meca
mirando hacia el cielo vieron que venían unos pájaros procedentes
del mar. Dijo ‘Abdelmuttalib:
Estos pájaros son raros en nuestros territorios, pues ni son del
Neyd
ni de Tihâma
ni del Hiyâz;
llevaban una piedra en sus patas y en el pico. Al llegar a la altura
del ejército arrojaron sus piedras haciéndolo perecer”. Dijo ‘Atâ
ibn Abû Rabbâh:
“Los pájaros llegaron al atardecer, pasaron allí la noche y al
amanecer arrojaron sus piedras”. Dijo Al-Kalbî:
“Los pájaros iban agrupados en bandadas y al frente de cada una
conduciéndolas iba un pájaro de pico rojo, cabeza negra y cuello
largo. En cada piedra que llevaban los pájaros iba escrito el nombre
de aquel al cuál iba destinada para matarlo. El ejército de la
Gente
del Elefante
lo componían 70.000
hombres. De ellos no regresó nada más que su Jefe
y un grupo muy reducido que cuando contaron lo que habían visto
perecieron de forma inmediata”.
Dijo
Al-Waquidî:
“Abraha
era el abuelo del Negus
que vivió en tiempos del Mensajero
de
Allah
(SAWS)”.
Dijo
Muqâtil:
“El año del Elefante
fue cuarenta años antes del nacimiento del Profeta
(SAWS)”.
Sin embargo, Al-Kalbî
y ‘Ubaid
ibn ‘Umair
dijeron que fue veintitrés años antes del nacimiento del Profeta
(SAWS).
Lo correcto sin embargo, es lo que se relató del Profeta
(SAWS),
quien dijo: “Nací el año del Elefante”.
Dijeron
los Ulemas:
“La historia del Elefante
después de todo ha sido un milagro de Muhammad
(SAWS)
aunque
ocurriera antes de su advenimiento. La historia constituyó una
afirmación de su causa y una preparación para su asunto. Sobre todo
al recitar este Sura
a los demás, había en Meca
mucha gente que habían presenciado los sucesos del Elefante.
Por eso dice la Sura:
“¿Es
que no has visto?”.
Y no había nadie en Meca
que no haya visto al guía y al conductor del Elefante
ciego. Como prueba de que la historia del Elefante
está próxima al nacimiento de Muhammad
(SAWS)
ocurrió que ‘Â’isha,
Allah
(SWT)
esté complacido de ella, a pesar de su tierna edad, vio al jinete
del Elefante
y a su conductor ciegos pidiendo a la gente de comer.
2.-
¿Acaso
no hizo que su estratagema fracasara?
Cuando
vinieron a matar y hacer prisioneros a los Qurais
y a destrozar la “Casa”.
Se ha contado acerca de ‘Abdelmuttalib
que mandó a su hijo ‘Abdullâh
montar a caballo para que fuese a ver el castigo que recibieron de
los pájaros la gente del Elefante.
Vio como los hombres fueron totalmente aniquilados y regresó
corriendo con los muslos al descubierto. Su padre, al verlo de esa
forma, dijo: Mi hijo es el mejor jinete de los árabes, ya que nadie
descubre sus muslos sino es un mensajero advertidor con graves
noticias. Al acercarse a dar la información que traía le
preguntaron: ¿Qué has dejado tras de ti? Dijo: Todo ha sido
destrozado. Y salió su padre a recoger el dinero que le había sido
robado. Con eso se completó el mandato de ‘Abdelmuttalib
sobre Qurais
como abuelo del Profeta
Muhammad
(SAWS).
3.-
Enviando
contra ellos pájaros en sucesivas bandadas.
Dijo
Saa‘îd
ibn Yubair:
“Eran pájaros venidos del cielo que jamás se habían visto ni
antes ni después”. De Ibn
‘Abbâs
se transmitió que dijo: He oído decir al Profeta
(SAWS):
“Eran pájaros que anidaban y criaban en el aire, entre los cielos
y la tierra”. De Ibn
‘Abbâs:
“Sus picos eran como los de los pájaros y sus garras como las de
los perros salvajes y fieros”. Dijo ‘Ikrima:
“Eran pájaros verdes, procedentes del mar, con cabezas como
felinos y que nunca se habían visto antes ni después”. Dijo
‘Â’isha,
Allah
(SWT)
esté complacido de ella: Los pájaros eran como golondrinas,
parecidos a los búhos, rojos y negros”. De Saa‘îd
ibn Yubair:
“Eran pájaros verdes con picos amarillos tirando a blanco”. Dijo
Muhammad
ibn Ka‘b:
“Eran pájaros marinos negros, sujetando piedras en sus picos y
garras”.
Dijeron
Ibn
‘Abbâs
y Muŷâhid:
“Vinieron en enormes y sucesivas bandadas, unas tras otras”.
4.-
Que
les arrojaban piedras de arcilla.
Piedras
de barro, cocidas con el Fuego
del Ŷahannam
(Infierno).
Escritos sobre ellas aparecían los nombres de aquellos hacia los que
iban dirigidas. Como dice Allah
(SWT),
el Altísimo,
en el Corán:
“Para
mandar contra ellos piedras de arcilla marcadas junto a tu Señor
y destinadas a los que excedieron los limites”.
(Los
que levantan un torbellino 51: 33-34)
Dijo
‘Abder-Rahmân
ibn ‘Abza:
“Min
siyyîl”:
Del cielo. Y son las piedras que descendieron sobre el pueblo de Lût
(Lot)”.
Dijo Az-Zaŷŷâŷ:
“Min
siyyîl:
Estaba escrito en ellas el castigo que les iba a acontecer”. Dijo
‘Ikrima:
“Los pájaros les arrojaron las piedras que portaban, y a quienes
les alcanzaba alguna de ellas contraía la viruela. Y las piedras
eran del tamaño de un garbanzo”. Añadió Ibn
‘Abbâs:
“Cuando caían las piedras sobre alguno de ellos su piel se llenaba
de ampollas, siendo el comienzo de la viruela”.
5.-
Dejándolos
como paja carcomida.
Es
decir, Allah
(SWT)
hizo que la Gente
del Elefante
quedara como la paja de cultivo cuando es comida por las bestias. Se
ha relatado que cuando las piedras caían sobre ellos se vaciaban de
su interior quedando como la cascarilla del trigo cuando sale de ella
el grano. Dijo Ibn
Mas‘ûd
a propósito de la Aleya:
“Cuando los pájaros arrojaron las piedras, Allah
(SWT),
el Altísimo,
envió un viento impetuoso que hizo aumentar la fuerza y la dureza de
las piedras, de tal forma que: piedra que caía sobre alguien lo
aniquilaba al instante. De entre la gente del Elefante
se hizo musulmán nada más que un hombre de la Tribu
de Kinda,
llamado Naquîl
Ibn Habîb,
según la historia de At-Tabarî
e Ibn
al-Atîr.
Se relató que no todos fueron aniquilados, sólo los que Allah
(SWT)
quiso
que lo fueran de entre ellos. Y según lo dicho anteriormente,
regresaron el Jefe
y un pequeño grupo con ellos, que al momento de informar de lo que
habían visto perecieron.
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