sábado, 3 de septiembre de 2022

LA HISTORIA DE BARAKAH, LA MADRE ETÍOPE DEL PROFETA MUHAMMAD



A‘udu Billâhi Min as-Saitâni Rayîm


Bismillâhi ar-Rahmâni ar-Rahîm



¿Te gustaría saber acerca de la primera mujer en todo el universo que tocó físicamente al Profeta Muhammad (Salallahu Alaihi Wa Salam) antes que nadie? Ella es Barakah, la madre de raza negra del Profeta Muhammad (Salallahu Alaihi Wa Salam).

Ella fue la primera en sostener al Profeta Muhammad (Salallahu Alaihi Wa Salam) cuando nació. Una niña etíope, solo tenía unos 9 o 10 años. ‘Abdullâh ibn al-Muttalib fue extremadamente generoso, cuidó de Barakah como si fuera su hija, y Amina bint Wahb, la madre del Profeta Muhammad (Salallahu Alaihi Wa Salam), también la cuidó como si fuera su hija. Así que Barakah se crió entre ellos.

Hay una cosa a tener en cuenta sobre Barakah: Apenas hablaba. Era extremadamente optimista, todo lo que pasaba, siempre lo interpretaba de buena manera. Y Amina bint Wahb no podía necesitar a nadie más que a Barakah en su vida.

Amina quedó embarazada y vio un sueño como si la luz del Sol emanara de su vientre e iluminara la ciudad de Meca hasta Irak.

Así que se despertó, y la primera persona a la que se acercó fue ¿quién? No su marido. A Baraka.

Le dijo: “Oh Barakah, ven aquí. He visto este sueño, se iluminó toda Meca hasta Yathrib e Irak.

¿Qué crees que es esto?

Y las primeras palabras de Barakah fueron estas, ella sonrió y puso su mano sobre su hombro diciéndole:

Oh Amina, esta es una señal de lo alto de los cielos. Tienes a alguien importante dentro de ti”.

La primera mujer en dar esta buena noticia… la primera mujer en darse cuenta, de hecho, la primera persona sobre la faz de la tierra en darse cuenta de que hay un hombre importante, más amado y más especial que nadie que estaba por venir.

Luego llegó el día, cerca de Siria, ‘Abdullâh murió.

Ahora, ¿te imaginas a Amina, su esposa? Ella se quedó sola, viuda, sin saber, sin ver a su esposo morir, lejos, cerca de Siria, y estaba embarazada, y ya estaba cansada por el embarazo, al enterarse de la muerte de su esposo ‘Abdullâh; estuvo afligida durante más de dos meses seguidos.

Entonces Barakah le dijo:

Cálmate. Por Al-lâh (Subhanahu Wa Ta‘ala), este sueño que tuviste, ¿recuerdas? Solo son buenas noticias. Al-lâh (Subhanahu Wa Ta‘ala) está contigo”.

Sabían quién era Al-lâh (Subhanahu Wa Ta‘ala). Adoraban a Al-lâh (Subhanahu Wa Ta‘ala) pero adoraban junto a Él a los Ídolos.

Cuando dio a luz al Profeta (Salallahu Alaihi Wa Salam), Barakah era la Partera de Amina, no había nadie más.

Barakah fue la primera persona en ver al Profeta (Salallahu Alaihi Wa Salam), la primera en tocarlo, la primera en verlo, en sonreírle, la primera en hacer el siguiente comentario:

¡Ay Amina! Por Al-lâh (Subhanahu Wa Ta‘ala), es más hermoso que la Luna. Al-lâhu Akbar! Oh Amina, te dije que tu sueño haría realidad”.

Pasó el tiempo y el Profeta (Salallahu Alaihi Wa Salam) cumplió seis años, pero Amina se enfermó en Al-Abowa y trajo a Barakah hacia ella. Le dijo:

Oh Barakah, estoy a punto de morir, te confío a Muhammad (Salallahu Alaihi Wa Salam). Sé para él una madre como yo lo fui y mejor. Porque no confío en nadie más que pueda desempeñar este papel”.

Barakah luego fue con el Profeta (Salallahu Alaihi Wa Salam) y lo crió. Ahora, ella era como una madre, y quienes describieron la relación, es un poco divertida: Es como este niño que le habla a su madre como a un amigo. Él bromeaba con ella, ella bromeaba con él alegremente.

A la edad de 25 años, el Profeta (Salallahu Alaihi Wa Salam) se casó con Jadîŷah.

Barakah entonces permaneció con Muhammad (Salallahu Alaihi Wa Salam) y Jadîŷah en una casa que pertenecía a Jadîŷah. Dijo Barakah: “Yo nunca lo dejé y él nunca me dejó”. Un día Muhammad (Salallahu Alaihi Wa Salam) la llamó y le dijo: “Ya Ummah (Oh, madre, él siempre la llamaba “madre”), ahora soy un hombre casado y tú aún estás soltera. ¿Qué pensarías si viniera alguien ahora y te propusiera matrimonio?”. Barakah miró a Muhammad (Salallahu Alaihi Wa Salam) y dijo: “Nunca te dejaré. ¿Acaso una madre abandona a su hijo?”. Muhammad (Salallahu Alaihi Wa Salam) sonrió y la besó en la cabeza, miró a su esposa Jadîŷah y le dijo: “Esta es Barakah. Ella es mi madre después de mi propia madre. Ella es el resto de mi familia”.

Jadîŷah le dijo: “Barakah, tú has sacrificado tu juventud por causa de Muhammad (Salallahu Alaihi Wa Salam). Ahora él quiere devolverte alguna de sus obligaciones. Por mí y por él, acepta casarte antes de que te llegue la vejez”.

Barakah preguntó: “¿Con quién me casaré mi señora?”. Dijo Jadîŷah: “Aquí está Ubaid Ibn Zaid de la Tribu de Jazray de Yazrib. Él ha venido a nosotros pidiendo tu mano en Matrimonio (Nikâh). Por mi causa, no te niegues”.

Barakah aceptó. Se casó con Ubaid Ibn Zaid y se fue con él a Yazrib. Allí dio a luz un hijo a quien llamó Aiman, y desde entonces la gente la llamaba “Umm Aiman” (la madre de Aiman).

Sin embargo su Matrimonio (Nikâh) no duró mucho tiempo. Su esposo murió y ella regresó de nuevo a Meca a vivir con su hijo Muhammad (Salallahu Alaihi Wa Salam) en la casa de Jadîŷah. Estuvieron viviendo en la misma casa al mismo tiempo ‘Alî ibn Abû Tâlib, Hind (la hija de Jadîŷah de su primer Matrimonio (Nikâh)) y Zaid ibn Harizah.

Zaid era un árabe de la Tribu de Kalb, quien fue capturado de niño y llevado a Meca para ser vendido en el mercado de Esclavos. Fue comprado por el sobrino de Jadîŷah y puesto a su servicio. En la casa de Jadîŷah, Zaid se apegó mucho a Muhammad (Salallahu Alaihi Wa Salam) y se pudo a su servicio. Su relación era como padre e hijo. De hecho, cuando el padre de Zaid fue a Meca a buscarlo, Muhammad (Salallahu Alaihi Wa Salam) le dio a escoger a Zaid entre irse con su padre o permanecer con él. La respuesta de Zaid a su padre fue: “Nunca dejaré a este hombre. Él me ha tratado noblemente, como un padre trata a su hijo. Ni un solo día he sentido que soy un Esclavo. Él me ha cuidado bien. Él es amable y amoroso conmigo y se esfuerza por mi felicidad. Él es el más noble de los hombres y la persona más grandiosa de la creación. ¿Cómo podría dejarlo e irme contigo?... Nunca lo dejaré”.

Más tarde, Muhammad (Salallahu Alaihi Wa Salam) proclamó en público la libertad de Zaid. Sin embargo, Zaid continuó viviendo con él como parte de su familia y dedicándose a su servicio voluntariamente.


Y Al-lâh (Subhanahu Wa Ta‘ala) sabe más.

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