A‘udu Billâhi Min as-Saitâni Rayîm
Bismillâhi ar-Rahmâni ar-Rahîm
Somos Creyentes (Mu‘minin), sabemos que hay un Dios Todo-Poderoso, Perdonador, Misericordioso, Generoso…Todo esto es un justo principio, una base para establecer una relación con nuestro Creador. Ahora bien, sabiendo esto, ¿cuánto y de qué manera nos sentimos vinculados a Él? ¿Sentimos la necesidad perentoria de vincularlo a todos nuestros actos y pensamientos hasta el extremo de no emprender nada sin Su aceptación y Su consentimiento, o simplemente nos limitamos a realizar o a evitar lo prescrito de Sus mandatos básicos?
Entre lo uno y lo otro existe una gran diferencia, la cual determina el grado de compromiso del siervo con su Señor. La diferencia es sensible en la persona; ya que nos estamos refiriendo a dos tipos diferentes de Musulmanes (Muslimun): Aquellos que desean aprovechar la Misericordia y el Perdón Divinos para recibir una recompensa en la Otra Vida (Âjira); y, por otra parte, aquellos quienes desean acercarse a Al-lâh (Subhanahu Wa Ta‘ala) por amor y por conocerle, sacrificando sus propias personas e intereses.
En toda evidencia, el Destino de unos y de otros en la Otra Vida (Âjira) será muy diferente: Unos irán a los Paraísos Inferiores, los otros al Séptimo Paraíso (Firdaûs) junto al Estanque (Hawd) del Profeta (Salallahu Alaihi Wa Salam). Estos últimos podrán ver a Al-lâh (Subhanahu Wa Ta‘ala); los otros no.
Se trata asimismo de dos vidas diferentes, de personas distintas que no podrán congeniar en amistad de manera profunda, siendo que el único contacto sólido que pudieran tener los unos con los otros es el derivado de la enseñanza maestro – discípulo.
Cuando Sidi (Mi Señor) ‘Alî ibn Abû Tâlib, que Al-lâh (Subhanahu Wa Ta‘ala) santifique su rostro, se dirigió al Profeta (Salallahu Alaihi Wa Salam) para que le indicara una letanía especial para él, el Profeta (Salallahu Alaihi Wa Salam) le dijo que “Lâ Ilâha Illâ Al-lâh”. A esto ‘Alî le replicó diciendo que eso lo decía todo el mundo. El Profeta (Salallahu Alaihi Wa Salam) entonces le acercó su boca a su oído diciéndole un “Lâ Ilâha Illâ Al-lâh” que solamente él podría pronunciar.
Efectivamente, hay dos “Lâ Ilâha Illâ Al-lâh”; el que recitamos todos los Musulmanes (Muslimun) y el de aquellos a quienes les ha llegado ese “Lâ Ilâha Illâ Al-lâh” que el Profeta (Salallahu Alaihi Wa Salam) susurró en los oídos de ‘Alî y que ha pasado de generación en generación a aquellos capaces de hacerlo efectivo dentro de ellos.
Nadie debe caer en el error de los hermanos de Yûsuf (José) creyendo que no hay nadie más digno que ellos y que el Favor de Al-lâh (Subhanahu Wa Ta‘ala) no puede ir hacia aquellos a quienes Al-lâh (Subhanahu Wa Ta‘ala) quiera.
Al-lâh (Subhanahu Wa Ta‘ala) es Justo, y cuando concede un Favor a alguien que a otros no les otorga, es porque sabe que ese alguien podrá hacer germinar y crecer ese Favor y los otros no. Y asimismo porque Al-lâh (Subhanahu Wa Ta‘ala) elige a quiénes Él quiere, y nadie tiene derecho alguno a contestar su elección.
El “Lâ Ilâha Illâ Al-lâh” de la multitud lleva al Paraíso; el “Lâ Ilâha Illâ Al-lâh” de ‘Alî, algunos Compañeros como por ejemplo los diez a los que el Profeta (Salallahu Alaihi Wa Salam) prometió el Paraíso, ese lleva directamente al Séptimo Paraíso (Firdaûs), al Estanque (Hawd) del Profeta (Salallahu Alaihi Wa Salam) y a la visión frecuente de Al-lâh (Subhanahu Wa Ta‘ala) Todo-Poderoso.
¿Acaso hermano Musulmán (Muslim), acudiste a cada una de las llamadas de Al-lâh (Subhanahu Wa Ta‘ala)? Mientras otros lo hacían, tu no. Mientras otros se preocupaban avergonzados por no cometer imprudencias legales, tu nadabas en el océano de lo permitido sin plantearte si era del agrado de Al-lâh (Subhanahu Wa Ta‘ala) cuanto hacías y cómo lo hacías. ¿Quieres ahora compararte a aquellos que han rastreado en su alma para no hacer nada que contradijera a Al-lâh (Subhanahu Wa Ta‘ala), fuera permitido o no? ¿Te preguntas por qué ellos tienen más que tú? Piensa en el tiempo perdido, en tu olvido, en tu ansia por disfrutar de los bienes de este mundo, y tú mismo te darás la respuesta. Sí, a veces, el orgullo ciega.
Y si vamos a las razones principales de porqué pocos se dedican a conocer las Voluntades Divinas, podemos ver dos de ellas que son importantes:
- Una es el orgullo. Es la alta idea que muchos se hacen de ellos mismos, creyendo que los otros tienen un valor inferior; de esta manera se ciegan pensando que lo que ellos hacen es lo más correcto, despreciando a aquellos que intentan acercarse a Al-lâh (Subhanahu Wa Ta‘ala), pensando que estos lo hacen porque son inferiores y él no lo necesita.
- La otra razón es la pereza y la indolencia. Las personas llevadas por esta lacra dejan pasar el tiempo en pequeñas diversiones y entretenimientos; no teniendo arrojo interior necesario se entretienen con vanidades dejando pasar centenas de oportunidades de aprovechar la vida persiguiendo objetivos nobles y desdeñando realizar actos excelentes por el simple hecho de que les cuesta trabajo.
Y no se puede tener nada sin trabajar; ni en Esta Vida (Duniâ) ni en la Otra (Âjira). No olvidemos esto.
Demos gracias a Al-lâh (Subhanahu Wa Ta‘ala) que ha creado personas mejores que nosotros que nos pueden dirigir hasta El, y no hagamos como los hermanos de Yûsuf (José), pues si hacemos tal, seremos entonces Ŷahuda, Chaimon, Neftalí, Lawi, etc. gentes sin pena ni gloria.
Y Al-lâh (Subhanahu Wa Ta‘ala) sabe más.
No hay comentarios:
Publicar un comentario