viernes, 23 de septiembre de 2022

SURA LA HIGUERA (AT-TIN)



A‘udu Billâhi Min as-Saitâni Rayîm


Bismillâhi ar-Rahmâni ar-Rahîm




1.- ¡Por el fruto de la higuera y del olivo!

Dijeron Ibn ‘Abbâs, Al-Hasan, Muŷâhid y otros: “Se refiere la Aleya a los higos que coméis y a las aceitunas de las cuales obtenéis el aceite al prensarlas”. Dijo Al-lâh (Subhanahu Wa Ta‘ala), el Altísimo, refiriéndose al olivo:

Y un árbol que proviene del monte Sinaí y produce un aderezo para disfrute de los comensales. (Los Creyentes 23: 20)

Dijo Abû Darr: “Regalé un cesto de higos al Profeta (Salallahu Alaihi Wa Salam), y dijo: “¡Comer!”. Los probó y dijo a continuación: “Si dijera que un fruto ha bajado del Jardín, sería éste, porque los frutos del Jardín no tienen huesos. Comerlos pues, ya que cortan las hemorroides, y alivian el dolor de las articulaciones”. De Mu‘âd: “Usaba él como Siwâk una varita de Olivo y dijo: Oí decir al Profeta (Salallahu Alaihi Wa Salam): “¡Qué bueno es el Siwâk del Olivo!; del árbol bendito que perfuma la boca y blanquea los dientes. Es mi Siwâk y el de los Profetas anteriores a mí”.

Se relató de Ibn ‘Abbâs: “At-Tîn(los Higos) es la Mezquita (Masyid) de Nûh (Noé), sobre él la paz, que se construyó en el monte de el Ŷudî donde se posó el arca, y Az-Zaitûn (las Aceitunas) es la Mezquita (Masyid) de Jerusalén.

Dijo Ad-Dahhâk: “Hace referencia a las Mezquitas sagradas de Meca y de Jerusalén, respectivamente.

Ibn Zaid: “At-Tîn es la Mezquita (Masyid) de Damasco; y Az-Zaitûn es la Mezquita (Masyid) de Jerusalén. Qatâda: “At-Tîn es la montaña sobre la que se asienta Damasco; y Az-Zaitûn es la montaña sobre la que se asienta Jerusalén.

Dijo Muhammad Ibn Ka‘b: “At-Tîn es la Mezquita (Masyid) construida para los Compañeros de la Cueva, y Az-Zaitûn es la Mezquita (Masyid) de Ilyâs (Elías)”.

Se ha dicho: “Corresponde a dos montañas de Sâm llamadas monte del aceite o del Olivo, y monte de los Higos (en lengua Siriaca)”. Y esto es porque se dan allí de forma abundante.

La primera de las referencias, es decir, la que alude a los frutos, es la más correcta porque corresponde al significado real. Y el significado real no se desvía hacia el sentido figurado si no es por una indicación o prueba manifiesta (Dalîl). Y Al-lâh (Subhanahu Wa Ta‘ala), el Altísimo, juró por los higos, porque con sus hojas se cubrió Âdam en el Jardín. Como dice el Altísimo:

Y les sedujo con mentiras. Cuando ambos comieron del árbol quedaron desnudos, y comenzaron a cubrirse con hojas del Paraíso; entonces su Señor les llamó: ¿No os había prohibido comer de este árbol y advertido de que Shaytán era vuestro enemigo declarado?”. (Al-A‘râf 7: 22)

Y eran hojas de Higuera. Se ha dicho: “Ha jurado por el fruto de la Higuera debido al gran beneficio que reporta al hombre: pues, es de aspecto hermoso, de buen sabor, de un olor que se propaga, de fácil recolección y de buenas proporciones”.

Al mismo tiempo, Al-lâh (Subhanahu Wa Ta‘ala), el Altísimo, juró por la aceituna porque se la puso como ejemplo a Ibrâhîm (Abraham) cuando dijo en El Corán:

Al-lâh es la luz de los cielos y de la tierra. El ejemplo de Su luz es como una hornacina en la que hay una lámpara; la lámpara está dentro de un vidrio, y el vidrio es como un astro radiante. Se enciende gracias a un árbol bendito, un olivo que no es de oriente ni de occidente, cuyo aceite casi alumbra sin que lo toque el Fuego. Luz sobre luz. Al-lâh guía hacia Su luz a quien quiere. Al-lâh llama la atención de los hombres con ejemplos y Al-lâh es conocedor de todas las cosas”.(La Luz 24: 35)

La Aceituna constituye el condimento principal de la gente desde Sâm hasta el Magreb para sus comidas utilizándola en sus guisos. Su aceite es empleado para alumbrar y es muy utilizado en medicina para curar males de estómago, úlceras y heridas. En definitiva, tiene múltiples beneficios. Dijo de él el Profeta (Salallahu Alaihi Wa Salam): “Alimentaos de aceite de oliva y untaros la piel con él, porque ciertamente es de un árbol bendito”.

Dijo Ibn al-‘Arabî que por la gracia de Al-lâh (Subhanahu Wa Ta‘ala), el Altísimo, y los beneficios que ha puesto en el fruto de la aceituna, y que ésta constituye un alimento y una reserva, es obligatorio pagar el Zakât sobre dicho alimento.


2.- ¡Por el monte Sinaí [Sinîn]!

Es decir, por el monte bendito y bueno. De Ikrima: “ Sinaí (Sinîn) es el monte desde el cuál Al-lâh (Subhanahu Wa Ta‘ala), el Altísimo, llamó a Mûsâ (Moisés), sobre él la paz”. Dijeron Muqâtil y Al-Kalbî: “Sinaí es todo monte en el que haya árboles frutales, y se denomina “Sinîny “Sinâen lengua Nabatía.

Se transmitió de Amrin ibn Maimûn que dijo: “Recé el Salât del Isâ’ con Umar ibn al-Jattâb en Meca, y recitó: “¡Por el fruto de la higuera y del olivo! ¡Por el monte Sinaí [Sinîn]! ¡Por este país seguro!. Dijo: “Y así era en la recitación de Abdullâh. Y alzó la voz para magnificar la “Casa. Y recitó en el segundo Rakâ‘a: “¿No has visto lo que hizo tu Señor con los del elefante? ¡Por la Alianza de los Qurais!; juntando las dos. Dijo Al-Ajfas: “Tûres un monte, “Sinînson árboles, y “Sininîaes uno solo”.

En la Aleya juró Al-lâh (Subhanahu Wa Ta‘ala), el Altísimo, por este monte porque se encuentra en Sâm y en los Santos Lugares, y puso su bendición en ellos”. Como dijo el Altísimo en El Corán:

[¡Subhâna!] ¡Gloria a Quien hizo viajar una noche a Su siervo desde la Mezquita Sagrada hasta la Mezquita de Al-Aqsâ, cuyos alrededores hemos bendecido, para mostrarle algunos de Nuestros signos! Ciertamente, Él es el que todo lo oye y todo lo ve. (El Viaje nocturno 17: 1)


3.- ¡Por este país seguro!

Es decir, Meca. Lo llama Amîn, porque en él se está seguro y a salvo. Como también dijo el Altísimo en El Corán, refiriéndose a Meca:

¿Es que no ven que hemos hecho un lugar inviolable y seguro, fuera del cual la gente alrededor comete todo tipo de fechorías? ¿Van a creer en lo falso, negando la merced de Al-lâh?. (La Araña 29: 67)

Juntando los tres juramentos, existe la opinión de que “At-Tînhace referencia a Damasco y “Az-Zaitûnes Jerusalén. Al-lâh (Subhanahu Wa Ta‘ala), el Altísimo, jura por el monte de Damasco porque será la morada de Îsâ (Jesús), sobre él la paz; por Jerusalén porque es el Santo Lugar de los Profetas, sobre ellos la paz; y por Meca, porque en ella dejó su huella Ibrâhîm (Abraham) y es la casa de Muhammad (Salallahu Alaihi Wa Salam).


4.- Verdaderamente, hemos creado al hombre en perfecta armonía [mejor constitución],

Verdaderamente, hemos creado al hombre. Esta es la respuesta al juramento. Y con el hombre se refiere al Incrédulo (Kâfir). Se ha dicho: “Es Al-Walîd ibn al-Muguîra; y se ha dicho es Kâlada ibn Asîd. Según esto, descendió por los que negaron la Resurrección. Se ha dicho: “La referencia al hombre es Âdam y su descendencia”.

En perfecta armonía [mejor constitución]. En perfectas proporciones y equilibrada juventud. Le dio la mejor existencia creándolo en perfecto equilibrio y simetría. Dispuso para él una lengua aguzada y locuaz; manos y dedos para coger. Dijo Abû Bakr ibn Tâher: “Lo distinguió con la razón, dispuesta para su función, y bien encaminada para el discernimiento; alto de estatura y toma el alimento con su mano”.

Ibn al-‘Arabî: “Al-lâh (Subhanahu Wa Ta‘ala), el Altísimo, no ha creado nada ni nadie mejor que el hombre; pues, ciertamente Al-lâh (Subhanahu Wa Ta‘ala) lo creó fértil y de conocimiento; capacitado, audaz y hablador; oyente, perspicaz, reflexivo y sagaz”. Y estos son los atributos del Señor, glorificado sea, que describieron algunos Ulemas (Sabios Musulmanes), teniendo la prueba clara de ello en el dicho: “Ciertamente, Al-lâh (Subhanahu Wa Ta‘ala), creó a Âdam a su imagen”. Es decir, conforme a Sus atributos, los cuales hemos mencionado anteriormente. Y en otro relato: “A imagen del Misericordioso. ¿Y de dónde va a tener el Misericordioso una imagen personificada? De lo cual se deduce que esto tiene un sentido figurado.

En una transmisión de Al-Mubârak ibn ‘Abdel-Yabbâr: “Îsa ibn Mûsâ al-Hâsemi amaba profundamente a su esposa, y un día le dijo: Estás divorciada tres veces si no eres más hermosa que la luna. Se levantó pues, y desapareció de su vista diciendo: ¡Me has divorciado! Pasó el hombre una noche de enorme desgracia, y al amanecer acudió temprano a la casa de Al-Mansûr, el cual una vez le hubo informado del hecho y haberle mostrado una inquietud angustiosa, hizo llamar a los jurisconsultos para que dieran su dictamen. Todos los presentes concidieron en que estaba divorciada, excepto un solo hombre de los compañeros de Abû Hanîfa que permanecía callado. Le inquirió Al-Mansûr: ¿Por qué no hablas? Le dijo entonces, el hombre: En el nombre de Al-lâh (Subhanahu Wa Ta‘ala), el Compasivo, el Misericordioso. “¡Por el fruto de la higuera y del olivo! ¡Por el monte Sinaí [Sinîn]! ¡Por este país seguro! Verdaderamente, hemos creado al hombre en perfecta armonía [mejor constitución]. ¡Emir de los Creyentes! El hombre es lo mejor de todas las cosas y no hay nada mejor que él. Dijo Al-Mansûr a Îsa ibn Mûsâ: El asunto es como ha dicho este hombre. Así pues, vuelve con tu esposa. Mandó Al-Mansûr un emisario a la esposa del hombre para que le dijera: Permanece en la obediencia a tu marido, pues no te ha divorciado”.

Esta es pues, una clara indicación de que el hombre es lo mejor de la Creación de Al-lâh (Subhanahu Wa Ta‘ala), tanto interna como externamente; de aspecto hermoso; y de conformación portentosa: La cabeza con los órganos que la complementan; el pecho y lo que contiene; el abdomen y lo que recoge; los órganos genitales y lo que ocultan; las dos manos y lo que acometen; y las dos piernas y lo que aguantan. Por ello, dijeron los filósofos que el hombre era un mundo en pequeño, el cual reunía todo cuanto había en las criaturas.


5.- luego lo devolvimos a lo más bajo.

Luego lo devolvimos a lo más bajo. Es decir, a la más torpe de las edades, que es la decrepitud después de la juventud; la debilidad después de la fuerza, hasta ser como el niño pequeño en su primera etapa. Según dijeron Ad-Dahhâk, Al-Kalbî y otros.

Se relató de Ibn Abû Nayîh y éste de Muŷâhid: “A lo más bajo, es decir, al Fuego para el Infiel (Kâfir)”.

Se ha dicho: “Cuando Al-lâh (Subhanahu Wa Ta‘ala), el Altísimo, describió y conformó al hombre con estas nobles cualidades, éste se hizo arrogante y vanidoso, hasta el punto de decir:

Diciendo: Yo soy vuestro señor supremo. (Los que Arrancan 79: 24)

Y cuando Al-lâh (Subhanahu Wa Ta‘ala) supo esto de su siervo, siendo un designio procedente de Él, lo devolvió a lo más bajo y despreciable; llenándolo de suciedad, cargado de impurezas, de las que tiene que limpiarse y purificarse.

Se ha dicho: “lo devolvimos a lo más bajo. Es decir, lo devolvimos al extravío; como dijo el Altísimo:

Que es cierto que el hombre está en perdición. Pero no así los que creen, llevan a cabo las acciones de bien, se encomiendan la verdad y se encomiendan la paciencia. (El Tiempo 103: 2-3)

Es decir, y esos no serán devueltos a la perdición o el extravío.


6.- Excepto, los que creen y obran rectamente que gozaran de una recompensa ininterrumpida.

Excepto, los que creen y obran rectamente. Y por tanto se les registrarán sus buenas acciones y se les borrarán las malas. Según dijo Ibn ‘Abbâs.

Relató Ad-Dahhâk, de Ibn ‘Abbâs, que dijo: “Si un siervo de Al-lâh (Subhanahu Wa Ta‘ala) durante su juventud abunda en su Oración (Salât), en su Ayuno (Siâm), en su Limosna (Sadaqât). Luego al hacerse mayor se debilita y disminuyen sus acciones como solía hacerlas, Al-lâh (Subhanahu Wa Ta‘ala), el Altísimo, le recompensará por como lo hacía en su juventud”.

En un Hadîz del Profeta (Salallahu Alaihi Wa Salam), se transmitió que dijo: “Cuando un siervo está de viaje o enfermo, Al-lâh (Subhanahu Wa Ta‘ala), el Altísimo, le seguirá premiando por lo que hacía estando residente y sano”.

Se ha dicho: “Excepto, los que creen y obran rectamente. Pues, esos no se consideran caducos ni decrépitos. Y no pierde la razón aquel que era un conocedor y practicante de su conocimiento.

De Âsim al-Ahwal, y éste de Ikrima, que dijo: “Quien recite El Corán no será devuelto a lo más bajo con la edad”. Se relató de Ibn ‘Umar que dijo el Profeta (Salallahu Alaihi Wa Salam): “Bienaventurado aquel que tuvo una vida larga en la práctica del bien”.

Se relató: “Cuando el creyente muere, Al-lâh (Subhanahu Wa Ta‘ala), el Altísimo, ordena a sus Ángeles que vayan a su tumba a rezar por él hasta el Día del Juicio.


7.- ¿Y cómo podrás, después de esto, negar el Dîn?

Se ha dicho: “Esto va dirigido al Infiel (Kâfir); siendo esto una recriminación con el argumento preciso”. Es decir, si sabes, oh hombre, que Al-lâh (Subhanahu Wa Ta‘ala) te ha creado de la forma más armoniosa, y que te devolverá a lo más bajo con la edad, llevándote de un estado a otro. ¿Qué es lo que te impulsa a negar el Día de la Resurrección y la Rendición de Cuentas? Y habiéndote informado Muhammad (Salallahu Alaihi Wa Salam) de ello.

Se ha dicho: “Se dirige al Profeta (Salallahu Alaihi Wa Salam). Es decir, ten la certeza de aquello que te ha llegado de Al-lâh (Subhanahu Wa Ta‘ala), Poderoso y Majestuoso, ya que Él es el más justo de los jueces”.

Dijeron Qatâda y Al-Farrâ: “Significa: ¿Quién te va a desmentir, oh Mensajero (Salallahu Alaihi Wa Salam), después de la claridad del Dîn?”.

At-Tabarî: “¿Quién podrá negar la fe en la recompensa y el castigo, después de manifestar Nuestro poder en la creación del hombre, el Dîn y la Rendición de Cuentas?”.


8.- ¿Acaso no es Al-lâh el más perfecto de los soberanos?

Es decir, el más perfecto Soberano ejecutor de todo cuanto ha creado. Se ha dicho: “El más justo y verdadero de los Jueces, haciendo justicia entre la creación”. Ibn ‘Abbâs y Alî ibn Abî Tâlib, Al-lâh (Subhanahu Wa Ta‘ala) esté complacido de los dos, cuando recitaban: “¿Acaso no es Al-lâh el más perfecto de los soberanos?, contestaban: (Claro que sí, y yo doy testimonio de ello). Y relató At-Tirmidî, de Abû Huraira, que dijo: “Quien recitara la Sura de El Noble Corán: “¡Por el fruto de la higuera y del olivo!, y cuando diga la Aleya: “¿Acaso no es Al-lâh el más perfecto de los soberanos?, que diga: “¡Claro que sí, y yo doy testimonio de ello!”. Y Al-lâh (Subhanahu Wa Ta‘ala) es más sabio.

El tema central de esta Sura es la Fitra, la naturaleza original del ser humano. El concepto de Fitra es fundamental en el Islam y difícil de traducir y explicar. Viene del verbo Fâtara-Yâftur, que significa hender, rajar, crear. Al-lâh (Subhanahu Wa Ta‘ala) hendió la Nada, modeló en ella algo hermoso y surgimos cada uno de nosotros. Uno de los Nombres de Al-lâh (Subhanahu Wa Ta‘ala) es Fâtir as-Samâwât Wa al-Ard, es decir, Creador de los Cielos y de la Tierra. Al-lâh (Subhanahu Wa Ta‘ala) rompió el silencio del vació anterior a la existencia depositando en él una simiente espléndida.

Esa simiente es la Fitra, lo primordial. En la Fitra, en su semilla, en lo más auténtico de sí, el ser humano intuye inmediatamente a Al-lâh (Subhanahu Wa Ta‘ala) y está en su proximidad. Las circunstancias, la educación, los acontecimientos de la vida, los condicionantes, todo lo posterior a ese momento original, van alejando al hombre de ese instante puro.

El Islam es retorno a la Fitra. El Profeta (Salallahu Alaihi Wa Salam) dijo: Todo recién nacido está en estado de Fitra. Sus padres lo hacen Judío, Cristiano o Zoroastriano, y sus compañeros apostillaron: ...o musulmán, pero él aclaró: No. El Islam es la Fitra. El verdadero Islam, por tanto, es la recuperación de la frescura, la inocencia y la receptividad de un recién nacido.

La Fitra es espontaneidad, unión, ausencia de reservas, predisposición, apertura, inmersión en la abundancia creadora... Es el primer instante de la criatura en el que está abierta a todo. Esa es la actitud que hay que recuperar para poder acceder a Al-lâh (Subhanahu Wa Ta‘ala), de quien hemos surgido y al que volveremos tras la muerte. Los avatares de la vida, la sucesión de acontecimientos, las contradicciones del hombre, todo ello apaga el poder de esa energía inicial, la desvía y confunde. La Fe (Îmân), el trabajo que consiste en alimentar el corazón para abrirlo de nuevo hacia Al-lâh (Subhanahu Wa Ta‘ala), es el propósito que se hace el musulmán de reestablecer esa comunicación inmediata con la Grandeza Infinita de su Creador, la Inmensidad en la que aprende lo que es y lo que se espera de él. La Fe (Îmân) reaviva la Fitra.

La Sura comienza con un juramento (sam). En el juramento se mencionan cuatro cosas: La Higuera (n), el Olivo (Çaitûn), el Monte Sinaí (Tûr Sînîn) y Meca (el país de paz, Al-Bâlad al-Amîn). Al-lâh (Subhanahu Wa Ta‘ala) jura y nos dice: “¡Por el fruto de la higuera y del olivo!¡Por el monte Sinaí [Sinîn]! ¡Por este país seguro!

En El Corán, los juramentos no son arbitrarios. En primer lugar, sirven para dar fuerza y contundencia al texto. En segundo lugar, en cualquier juramento se apela a testigos veraces que tengan autoridad. Por ello, a un musulmán sólo le está autorizado poner por testigo a Al-lâh (Subhanahu Wa Ta‘ala), la Verdad Única. Y Al-lâh (Subhanahu Wa Ta‘ala), a su vez, jura poniendo por testigos cosas de relevancia que tengan que ver con el tema del que va a hablar. De ello deducimos que la Higuera, el Olivo, el Sinaí y Meca están estrechamente vinculados a la cuestión de la Fitra, la naturaleza original que late en todas las criaturas soterrada bajo el orín que el hombre va acumulando a lo largo de su vida. Y también están relacionados con la Fe (Îmân), la intención de recuperar ese valor primigenio.


Y Al-lâh (Subhanahu Wa Ta‘ala) sabe más.

 

 

 

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