A‘udu Billâhi Min as-Saitâni Rayîm
Bismillâhi ar-Rahmâni ar-Rahîm
La mayoría de los Eruditos del Islam están de acuerdo en que esta Sura fue revelada en la ciudad de Meca. La Revelación en los primeros años del Islam, antes de la Emigración (Hégira), se ocupaba principalmente de establecer la Fe (Îmân) y las creencias básicas del Islam: La Unidad y Unicidad de Al-lâh (Subhanahu Wa Ta‘ala), Sus señales y evidencias, la Profecía de Muhammad (Salallahu Alaihi Wa Salam) y el Juicio Final. Esta Sura se ocupa de dos de las enseñanzas centrales del Islam, a saber: Cómo rezar y cómo dar desinteresadamente. Estas dos cosas muestran tu conexión con el Más Allá (Âjira), y si crees con certeza o no en el Juicio de Al-lâh (Subhanahu Wa Ta‘ala).
Esta Sura lleva el nombre de las últimas palabras de la Aleya final. Una pequeña acción, aparentemente insignificante, pero con mucho peso a los ojos de Al-lâh (Subhanahu Wa Ta‘ala).
Aleyas 1 a 3: Los que niegan el Juicio
Al-lâh (Subhanahu Wa Ta‘ala) le pregunta al Profeta Muhammad (Salallahu Alaihi Wa Salam): “¿Has visto a esas personas que mienten sobre la religión y niegan el juicio? Ellos siguen sus caminos pecaminosos, negándose a aceptar que serán llamados a rendir cuentas. Se los puede reconocer por su modo de actuar: Son aquellos que rechazan a los Huérfanos, que son los más vulnerables en cualquier sociedad”. En esencia, Al-lâh (Subhanahu Wa Ta‘ala) nos pide que miremos a nuestro alrededor y veamos a quienes niegan cualquier tipo de juicio o recompensa por su comportamiento. Si solo te preocupas por ti mismo y tu posición en Este Mundo (Duniâ), es fácil alejar a quienes necesitan ayuda. Si niegas el juicio, entonces no hay necesidad de cuidar a los menos afortunados.
Aquellos que niegan la recompensa, no solo rechazan e ignoran a los pobres, sino que también se niegan a animar o inspirar a otros a ayudar a los necesitados. Ellos no instan a alimentar a los pobres. En la época del Profeta (Salallahu Alaihi Wa Salam), los líderes de la Sociedad Mecana pisoteaban los derechos de los pobres y desolados. Hoy podemos ver sus similares en los políticos y líderes de comunidades que se niegan a cuidar de los miembros más indefensos de cualquier sociedad. Cuidar a los débiles, alimentar a los pobres, no es algo que ellos alienten, y en el Día del Juicio serán juzgados con dureza.
Es el derecho de los pobres ser alimentados y atendidos por aquellos que tienen los medios para hacerlo. En esta Sura, Al-lâh (Subhanahu Wa Ta‘ala) muestra la conexión que existe entre la negación de la recompensa y el mal comportamiento. Él también va más allá al conectar la Oración (Salât) con el comportamiento.
Aleyas 4 a 7: Los que no prestan atención en la Oración
La Aleya cuatro exige nuestra atención. ¡Ay de los orantes! La persona que lee esta Aleya piensa de inmediato: “¿Yo? ¿Se refiere a mí? Yo rezo”. Se refiere a quienes son negligentes en su Oración (Salât), aquellos que, de forma deliberada, retrasan su Oración (Salât) o se mueven por las posiciones de la Oración (Salât) con apuro como pollos picando el suelo por comida, o aquellos que rezan solo deseando que la Oración (Salât) termine. Ellos ejecutan la Oración (Salât), pero sus corazones son duros y no se abren a la esencia y el propósito de la Oración (Salât). Hay algunas personas que rezan solo porque es una obligación, pues de otro modo, la Oración (Salât) no tendría cabida en sus corazones ni en sus vidas.
Esta advertencia no incluye a quienes se quedan cortos en su Oración (Salât), pero luchan por mantener sus pensamientos enfocados. Tampoco incluye a quienes son olvidadizos o están plagados de susurros. Solo incluye a quienes niegan su propia necesidad de la Oración (Salât), y a quienes harían cualquier otra cosa en lugar de levantarse cuando escuchan el llamado.
Estas personas también se pueden reconocer por su comportamiento. Ellos hacen una demostración de sus obligaciones religiosas, pero se niegan a ayudar a los demás. Ellos quieren que los demás los vean como gente buena y religiosa, pero son descuidados acerca de cómo Al-lâh (Subhanahu Wa Ta‘ala) los ve a ellos. Se niegan a mostrar incluso la más mínima ayuda hacia los demás. Sus Oraciones no afectan sus corazones ni su comportamiento. Sus corazones son duros. En esta Sura, Al-lâh (Subhanahu Wa Ta‘ala) nos dice que las dos cosas que ablandarán nuestros corazones son la Oración (Salât) y la caridad. Estas dos cosas están entrelazadas.
Esta Aleya habla de crímenes contra la gente y crímenes contra Al-lâh (Subhanahu Wa Ta‘ala). Si una persona se niega a reconocer que es el derecho del pobre y del necesitado el ser ayudado, entonces está claro que también se niega a darle a Al-lâh (Subhanahu Wa Ta‘ala) Sus derechos, en específico, el derecho a ser adorado. La gente que se ajusta a esta descripción es tan egoísta, que se niega a hacer incluso los actos más pequeños de bondad, cosas que no dejarías de hacer, que ni siquiera pensarías dos veces para hacerlas, como una sonrisa.
Nuestros actos tienen consecuencias, y la más importante de todas las consecuencias se hará evidente en el Día del Juicio. Al-lâh (Subhanahu Wa Ta‘ala) nos dice con claridad cómo evitar un resultado desastroso en ese fatídico día.
Y Al-lâh (Subhanahu Wa Ta‘ala) sabe más.
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