A‘udu Billâhi Min as-Saitâni Rayîm
Bismillâhi ar-Rahmâni ar-Rahîm
Como seres humanos, cada uno de nosotros tiene una tendencia inherente a desviarse del camino recto para cometer errores, hacer cosas imprudentes. No pasa un día en el que una persona pueda estar segura de decir “hoy no he cometido errores”.
A veces no nos damos cuenta del hecho de que estamos haciendo mal; y a veces hacemos consciente y deliberadamente cosas que sabemos que no deberíamos hacer. Estos males pueden causar agonía a otros o incluso traerles dolor físico y sufrimiento.
El perdón de Al-lâh
Como seres racionales dotados de libertad de elección, somos responsables de nuestras acciones y respondemos ante Al-lâh (Subhanahu Wa Ta‘ala) Todopoderoso. Por esta razón, necesitamos constantemente Su perdón.
Al-lâh (Subhanahu Wa Ta‘ala) nos dice en El Corán que Él es el Más Perdonador, el Más Misericordioso. Al-lâh (Subhanahu Wa Ta‘ala) tiene varios nombres que implican diferentes aspectos de Su naturaleza perdonadora. Se le llama Al-Ghafur (el Más Indulgente) y Al-Afuww (el Que Sana y Restaura nuestro Honor).
También se le llama At-Tawba (el Aceptador del Arrepentimiento). Esta palabra tiene el sentido de “volver a menudo”, lo que implica que Al-lâh (Subhanahu Wa Ta‘ala) acepta nuestro Arrepentimiento (Tawba) una y otra vez.
Cometemos errores y cuando nos damos cuenta de ello, nos arrepentimos ante Al-lâh (Subhanahu Wa Ta‘ala), y Él acepta nuestro Arrepentimiento (Tawba). Por otra parte, hacemos el mal y nos arrepentimos ante Él, buscando Su perdón, y Él perdona.
Al-lâh (Subhanahu Wa Ta‘ala) se llama Ar-Rahman y Ar-Rahim también, que significan “el Todomisericordioso” y “el Todo Compasivo” respectivamente. Las dos palabras indican que Al-lâh (Subhanahu Wa Ta‘ala) es siempre misericordioso con todas Sus creaciones, y más particularmente con Sus siervos obedientes. De hecho, la misericordia de Al-lâh (Subhanahu Wa Ta‘ala) es ilimitada y Su amor es infinito.
El Profeta (Salallahu Alaihi Wa Salam) solía orar: Oh Al-lâh (Subhanahu Wa Ta‘ala), Tú eres el que todo lo perdona, amas perdonar, así que perdóname. (At-Tirmidî)
Sin excepción, todos necesitamos urgentemente la misericordia y el perdón de Al-lâh (Subhanahu Wa Ta‘ala) todo el tiempo.
Al-lâh (Subhanahu Wa Ta‘ala), en El Corán, nos enseña que los seres humanos debemos esforzarnos al máximo por cultivar dentro de nosotros las cualidades de la misericordia y el perdón.
El Profeta Muhammad (Salallahu Alaihi Wa Salam) nos ha enseñado: Al-lâh (Subhanahu Wa Ta‘ala) es misericordioso con los que tienen misericordia de los demás. (Al-Bujârî)
El perdón del Profeta
Hubo varios eventos en la vida del Profeta Muhammad (Salallahu Alaihi Wa Salam) que demuestran cuán misericordioso y perdonador fue incluso con sus enemigos. Por ejemplo, a su regreso a la ciudad de Meca después de su victoria, el Profeta (Salallahu Alaihi Wa Salam) se encontró cara a cara con sus brutales perseguidores que lo combatieron durante muchos años y asesinaron a muchos de sus seguidores.
Ahora tenía todo el poder y sus enemigos estaban a sus pies, suplicando misericordia. Haciendo de ese momento uno histórico sin paralelo en la historia, el Profeta Muhammad (Salallahu Alaihi Wa Salam) les dijo simplemente: Hoy no los culpo. Son libres. (Ibn Hisham)
El carácter noble de Abû Bakr
El carácter ejemplar del Profeta (Salallahu Alaihi Wa Salam) dejó una profunda impresión en sus Compañeros. Nadie ejemplificó la gentileza y la generosidad del Profeta (Salallahu Alaihi Wa Salam) en vida más que su Compañero más cercano, Abû Bakr as-Siddîq.
El nombre “As-Siddîq” es en realidad un título que le fue dado por el Profeta Muhammad (Salallahu Alaihi Wa Salam), que significa “el siempre veraz”. Fue Abû Bakr quien fue el primero en permanecer firme junto al Profeta (Salallahu Alaihi Wa Salam) en todas esas ocasiones en las que otros de menor calibre flaquearon.
Abû Bakr era la encarnación misma de la magnanimidad, la nobleza y la gracia. Fue uno de los primeros en declarar su lealtad al Profeta (Salallahu Alaihi Wa Salam), y desde ese momento, nada lo disuadió del camino del Islam, y nadie estuvo más cerca del Profeta (Salallahu Alaihi Wa Salam) que él.
De hecho, Abû Bakr fue el primer hombre rico de la historia que compró esclavos solo para darles libertad.
‘Â’isha, la esposa del Profeta (Salallahu Alaihi Wa Salam), era la amada hija de Abû Bakr. Esta relación fue un vínculo que lo acercó al Profeta Muhammad (Salallahu Alaihi Wa Salam). Hubo un incidente relacionado con ‘Â’isha que molestó a Abû Bakr y le produjo una gran tristeza.
El Incidente de la Calumnia
La historia se cuenta en la biografía del Profeta Muhammad (Salallahu Alaihi Wa Salam) y generalmente se la conoce como el “Incidente de la Calumnia”.
Todo comenzó cuando ‘Â’isha acompañó al Profeta Muhammad (Salallahu Alaihi Wa Salam) en una de sus campañas y, mientras regresaba, se quedó atrás de la caravana debido a su preocupación por la búsqueda de un collar que había perdido en el desierto.
Esto la detuvo mientras la caravana continuaba el viaje, creyendo que ‘Â’isha estaba con ellos. Cuando regresó al lugar de campamento no encontró a nadie; no tenía más opción que quedarse allí con la esperanza de que su gente se diera cuenta de que no estaba con ellos y volviera a buscarla.
Un hombre llamado Safwan iba detrás del ejército y por casualidad vio a ‘Â’isha. La dejó montar en su camello mientras los conducía a pie hasta la caravana que estaba en la siguiente parada.
Después de esto, algunas personas comenzaron a difundir rumores difamatorios que conectaban a ‘Â’isha y Safwan. Cuando ‘Â’isha se enteró, se puso muy nerviosa y siguió llorando y rezando a Al-lâh (Subhanahu Wa Ta‘ala) para que probara su inocencia.
Uno puede imaginar lo molesto que estaba Abû Bakr al enterarse de la difícil situación de su hija. Mientras que algunas personas apoyaron a ‘Â’isha y creyeron en su inocencia, muchas otras participaron en chismes y difundir rumores falsos, y no había nada que Abû Bakr pudiera hacer para evitarle a su hija este dolor.
La Inocencia de ‘Â’isha
Algún tiempo después, después de que ‘Â’isha, Abû Bakr y el Profeta Muhammad (Salallahu Alaihi Wa Salam) hubieran soportado mucho dolor y estrés debido a este incidente, el Profeta (Salallahu Alaihi Wa Salam) recibió una revelación declarando la inocencia de ‘Â’isha y castigando a los calumniadores.
Qué consoladora fue esa revelación tanto para ‘Â’isha como para su padre, Abû Bakr. El Profeta Muhammad (Salallahu Alaihi Wa Salam) mismo se sintió muy aliviado al comprobar la inocencia de su esposa.
La acusación era falsa y todo el incidente enseñaría a los Musulmanes (Muslimun) la importancia de decir la verdad y no hablar mal de los demás. A los Musulmanes (Muslimun) también se les da un ejemplo maravilloso en la forma en que el Profeta Muhammad (Salallahu Alaihi Wa Salam), ‘Â’isha y Abû Bakr manejaron una situación tan complicada, ya que todos soportaron el dolor buscando pacientemente la complacencia de Al-lâh (Subhanahu Wa Ta‘ala).
Abû Bakr se enteró de que una de las personas que desempeñó un papel clave en la difusión de la calumnia fue una persona llamada Mistah ibn Uthatha.
Abû Bakr, siendo un hombre tan grande y generoso, solía gastar de su propia riqueza para mantener a muchas personas indigentes. Mistah era una de esas personas.
Después de enterarse de que Mistah había participado en la difamación de su hija, Abû Bakr estaba muy enojado con él; decidió detener el apoyo financiero que le estaba brindando.
Sin embargo, la revelación le llegó al Profeta Muhammad (Salallahu Alaihi Wa Salam) diciendo:
“Y que no juren, los que de vosotros tengan de sobra y estén holgados, dejar de dar a los parientes [esta Aleya descendió en relación a Abû Bakr as-Siddîq, que Al-lâh (Subhanahu Wa Ta‘ala) esté complacido con él, cuando juró dejar de ayudar a un Pariente pobre que tenía llamado Mistah porque había participado en las murmuraciones sobre ‘Â’ishah], a los pobres y a los emigrantes por la causa de Al-lâh, sino que perdonen y lo pasen por alto. ¿Acaso no os gustaría ser perdonados por Al-lâh? Al-lâh es Perdonador, Compasivo”. (La Luz 24: 22)
Abû Bakr sintió el aguijón de esta advertencia e inmediatamente se arrepintió. Pronto se corrigió a sí mismo y devolvió su generosa concesión a Mistah. Por lo tanto, perdonó al hombre que participó en la difamación de su hija y, misericordiosamente, continuó dando de su propia riqueza para mantenerlo.
El refinamiento de los árabes salvajes del desierto a través de la revelación de Al-lâh (Subhanahu Wa Ta‘ala) y el ejemplo de Su Profeta (Salallahu Alaihi Wa Salam) fue en sí mismo nada menos que milagroso. De hecho, Abû Bakr as-Siddîq es siempre uno de los modelos brillantes para toda la humanidad.
Y Al-lâh (Subhanahu Wa Ta‘ala) sabe más.
Comparte el conocimiento
No hay comentarios:
Publicar un comentario